Abel Veiga

Fragua histórica

Abel Veiga


Guerra y mentira

12/05/2022

Ojalá rememorando al viejo escrito ruso hubiéramos escrito algo sobre 'Guerra y Paz', pero la paz no es posible. Rusia no quiere paz alguna, quiere la devastación total y absoluta de Ucrania. Amén de la anexión. La madre Rusia. Ayer 9 de mayo el discurso de Putin no deja lugar a dudas. Cueste lo que cueste y a un precio de sangre inaudito.
La culpa de Occidente, la amenaza, Occidente. La verdad es la primera víctima, pero con ella arrostra miles de víctimas, millones de desplazados y una destrucción que solo se había visto en la segunda guerra mundial en una guerra absolutamente desigual. Pero una guerra ilegal, ilegítima que atenta contra todo orden, todo valor y donde la megalomanía y el visionismo trasnochado conducen al mundo a una tensión y un frentismo que ha hecho saltar por los aires las mínimas normas de convivencia tensionada en la que hemos vivido en las tres últimas décadas.
Europa ha despertado una vez más de su regazo de indiferencia y ensoñación. No quiso ver y sí coquetear con todos los bandos y ser dependiente de otros en todo, en lo militar, en lo energético e incluso en los puros intereses económicos y diplomáticos con una distensión artificial y de componendas.
Hemos visto de lo que es capaz Moscú, pero no quisimos verlo en Nagorno Karabaj o en Georgia o en tantos otros sitios de la vieja Unión Soviética. Quiénes aún tuvimos la suerte de estudiar esa historia que ahora parece en los nuevos planes educativos que se denosta y a la vez perece, sabemos lo que fue la guerra fría, los bloques, la invasión de Praga, el telón de acero y la bota soviética. De Berlín este mejor no hablar y sus alambradas. Como tampoco las faltas de libertades en tantos y tantos países. Cuando en 1991 se desmoronó todo aquel edificio que aplastó los derechos humanos Ucrania tenía todo el arsenal nuclear de aquel extinto experimento que se llamó la URSS. Kiev es la madre, por eso no ha sido devastada. No se entendería en la difícil mente e inescrutable de Putin que así lo hiciera si la reivindica y luego la deja reducida a cenizas.
El precio que está pagando Ucrania es altísimo. Desmedido, inhumano, cruel, devastador. Recibe ayuda, sí, pero contenida, en lo militar y en lo económico pues Europa y Estados Unidos miden el límite y la raya de hasta donde pueden llegar frente a Rusia. China aguarda en su silencio intencionado sabiendo que sea cual sea la opción, ganará. Y sus intereses también a medio y largo plazo. Pero el silencio a veces lo dice y evoca todo.
Malos tiempos para la política cuando el vómito de las armas no cesa ni nadie puede pararlo. La guerra está perdida a largo plazo. El mundo ha reaccionado de momento con una encomiable solidaridad que, sin embargo, ignoramos si se mantendrá mucho tiempo hacia el pueblo ucraniano. Somos así, reaccionamos ante la tragedia, pero la memoria es esquiva y juega malas pasadas. Guerra y paz, hoy no alcanzable. Solo gana la muerte y la mentira.