Vicente García

El buitre de colores

Vicente García


Los venenos que usamos en nuestros baños y cocinas

17/11/2022

Recordando cómo hace unos cuantos días, paseando muy cerca del Adaja me encontré con unos carteles con calaveras que advertían sobre la enorme toxicidad de los productos que se echaban en algunas plantaciones del valle Amblés y de los que me alejé lo más rápido que pude conteniendo la respiración todo lo posible, no me queda más remedio que reflexionar sobre la cantidad de productos químicos nocivos que se manejan a diario, no sólo en cultivos y agriculturas intensivas, sino en pequeños comercios, industrias diminutas y grandes, e incluso en nuestra propia casa.

La propaganda publicitaria mediática nos tiene bombardeados con un sinfín de anuncios sobre cócteles milagrosos para todo tipo de usos y tendencias, desde las pastillas del lavavajillas que dejan todo limpio como la patena, e incluso con restos de comida y que anuncian mil maravillas limpiándote la suciedad más incrustada, despejando los conductos internos de cal y casi convirtiendo tus cazuelas negras en blancas para que queden más bonitas, o los jabones concentrados para echar en la lavadora que acaban con las manchas de todo tipo, que fulminan las grasas, vinos, sangres, chocolates y demás plastones que mancillan el blanco impoluto de tus camisas...

Si nos damos una vuelta por el baño seguro que también encontramos mejunjes sintéticos que nos sirven para quitar el moho negro de las juntas siliconadas, o de los rincones más inaccesibles de la ducha o bañera y dejarlas más blancas que la cal viva, o desinfectantes para el retrete que nos prometen casi casi, un agua transparente digno de cualquier arroyo de montaña…

Pero yo animo al lector a lo siguiente: ¿has leído la letra diminutamente pequeña sobre los componentes y la nocividad de los productos químicos que utilizas casi a diario?

Imagino que las respuestas serán tan múltiples y variadas como las personas mismas, pero creo que esto es tan importante que merece unos minutos de reflexión.

Si al usuario no le gusta leer, y mucho menos unos párrafos que necesitan de una lupa para descifrarse, simplemente viendo los iconos al reverso del envase, se puede hacer una idea de que en ocasiones "nos envenenamos a nosotros mismos", por comodidad.

Veo también que casi todos estos mejunjes milagrosos anuncian que son tóxicos incluso por contacto; no te digo nada si te saltan a los ojos o echas un trago sin querer "algo realmente difícil, aunque nunca hay nada imposible" y menos aún si hay niños o muy mayores en casa, a pesar de que los tapones suelen ser difíciles de abrir precisamente por la "bomba química" que contienen.

Y lo que es incluso peor. En la mayoría de ellos figura el icono de que no son todo lo biodegradables que deberían y que son fulminantes para la fauna acuática; algo que debería preocuparnos mucho ya que todo este galimatías de líquidos y pastas milagrosas salen por los desagües, terminan en el río y pocas depuradoras por muy buenas que sean son capaces de contener este veneno que promete limpiar nuestras "suciedades visibles domésticas e industriales".

A veces me pregunto cómo aún puede consentirse la venta de productos difícilmente biodegradables o que anuncian que son muy nocivos para la fauna acuática; supongo que el lobyy químico es lo suficientemente poderoso como para imponer sus normas.

Otro aspecto a tener en cuenta, leyendo la letra esa casi microscópica que casi nadie lee, es que una vez vacío el envase, en muchos de ellos, se recomienda su entrega en el punto limpio para tratarlo como producto peligroso porque siempre quedan restos; algo que creo que nadie o casi nadie hace, posiblemente porque no ha leído el casi invisible texto mencionado. Y para más indignación, algunos están "camuflados" como productos supuestamente verdes, reciclables en su envase, aunque su etiquetaje dice lo contrario, a sabiendas que nadie lo consulta.

Y para finalizar, por desgracia resulta muy difícil encontrar en tiendas o grandes superficies productos de limpieza ecológicos, aunque algunos hay, que sustituyan a estos tan nocivos como su etiqueta indica; sólo la presión del consumidor reivindicándolos podrá conseguir un cambio de tendencias en el mercado.

Tal vez es mejor que no tengamos todo tan impoluto, tan brillante, tan limpio blanco blanquísimo y de efecto inmediato, pero que a cambio envenenemos menos nuestros ríos, nuestra cocina, nuestro baño, y a nosotros mismos y a nuestra familia. :-(

ARCHIVADO EN: Valle Amblés