Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Una frase tópica

21/03/2023

Pudo decirla el gran torero Rafael Guerra, «lo que no puede ser, no puede ser; y además, es imposible», frase muy simple, un pleonasmo que podíamos aplicar a muchas cosas, como una verdad contundente. Por ejemplo, la repoblación de la España vaciada, tema que ha pasado a un segundo o enésimo plano, porque hechos nuevos y graves aparecen y se apelotonan en nuestro vivir cotidiano, y no digamos, en la de los políticos, simples humanos que no saben por dónde empezar y a qué dar prioridad. El creyente piensa que las cosas no suceden porque sí, sino que son consecuencias de unas matemáticas divinas preestablecidas, cuyas ecuaciones de múltiples variables producen unos resultados o consecuencias lógicas. Es un decir. Hay asuntos ante los cuales hasta los mas progresistas se hacen conservadores, como es la repoblación de los pueblos que tuvieron una gran vida, pues había gente para todo lo que hubiera que hacer, y de todas las edades. Y se tiene añoranza por aquello. Mas la historia se nutre en gran medida de la evolución que trasforma lo que hasta el momento parecía tener una permanencia eterna, y así desearíamos que fuera, pero la realidad nos presenta otra cara. La despoblación siempre ha obedecido a alguna causa, y saber cómo se formó un núcleo humano en determinado sitio, y por qué ahora se abandona, nos daría las claves de una hipotética y nueva repoblación. Lo obvio conocido, que no por serlo, es necesario recordar nuevamente. Los pueblos, los núcleos humanos rurales que se diferenciaban de las ciudades o grandes villas, su razón de ser era el campo que le circundaba, su mantenimiento y explotación, agricultura, ganadería, selvicultura, horticultura, caza y pesca, acaso alguna acción extractiva, todo del sistema primario productivo, necesario para una región o un país, y por supuesto, para esa localidad. Así como pequeños talleres artesanos necesarios e inmediatos, la escuela y algún bar o distracción. La mecanización redujo drásticamente una población que ya no era necesaria, al ser sustituida por las máquinas, y la globalización permitió un trasvase de productos de lugares remotos, sin que se notase su falta de producción. Y además de esto, la puntilla política, que ha dejado, desde hace tiempo, abandonados los pueblos y zonas rurales, que ya no les dan votos ni nada, salvo los viejos pensionistas que quedan allí hasta que se extingan. El abandono es inevitable, y las viejas casas serán un montón de ruinas en poco tiempo, con una repoblación imposible, pues la historia pasada, pasada está, y lo que no puede ser, no puede ser. Unos ecologistas con ordenador en mochila, y mucho amor nostálgico por la naturaleza, solo son unas tiritas al campo, que además puede llevar consigo muchas exigencias, como tener buenas vías de comunicación, internet, servicios sanitarios, educativos y de ocio, y alguna cosilla mas, o alguna casita rural, para el ocio y descanso, no para la producción. No se toca la natalidad, antes vida y alegría del mantenimiento de los pueblos. La igualdad hombre y mujer es deseable y necesaria, en cuanto a derechos, en cualquier sitio y lugar. Pero no son iguales; la mujer puede hacer lo mismo que el hombre, incluso mejor, pero el hombre jamás podrá ser madre, y si la mujer renuncia a esta potencialidad natural, porque sus intereses o pensamientos sean otros, y no se trata el tema de ayudas con seriedad, no como una concesión política, el fin de una especie o de una zona podría estar cerca por extinción, o ser sustituidos por otros. Lo que es imposible, es imposible, y jamás podrá ser.
Aprovechando el título del artículo, unas pinceladas a temas locales. Por ejemplo, el deseo de potenciar el uso de la bicicleta, haciendo carriles-bici, porque eso es lo que se lleva. Los países o lugares casi planos de Europa, donde la bicicleta se ha usado desde que este velocípedo se inventó, han circulado por las calles con toda normalidad, para ir al trabajo o a la compra, fueran niños a viejecitas, y han sido unas estampas que, al parecer, intentan repetir aquí, haciendo unos carriles para su uso exclusivo, aquí donde no hay ninguna tradición de su uso, tal vez por sus cuestas y clima; pero los políticos han decidido que seamos mas sanos, y respiremos mejor, dejando el coche contaminante en casa. Y lo que se hace ahora son carriles para el deporte y el ocio, es decir, para una minoría, a usar en tiempos cortos y concretos, no a diario, que usarán los mas jóvenes. Para los demás, la mayoría envejecida, no sirven para nada, ni por la edad, ni por las pendientes, ni para ir a la compra o al trabajo. Es un imposible utópico, pues lo que no puede ser, no puede ser.
¿Y las escaleras mecánicas? ¿alguien piensa que con esto se va a revitalizar el centro, ya casi perdido por los nativos, dedicado al turismo y negocios relacionados con este? ¿A dónde se ha desplazado la vida de los habitantes de la ciudad? Quisiera que técnicamente funcionase bien, pero lo dudo, dado el montón de circunstancias adversas que padecemos. Y es que en Ávila, lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.