La crítica -
Por Juana Samanes
Una de las características del mago del suspense, Alfred Hitchcock, era que le agradaba exponer los hechos desde el punto de vista del protagonista, una forma genial y sencilla para que cualquier película se convirtiese en una experiencia inmersiva del espectador. El ejemplo más claro lo pueden encontrar en La ventana indiscreta, en la que su protagonista, Jeff, impedido por una lesión, observa los vecinos de su patio a través de unos prismáticos. Siguiendo este modelo, Brad Anderson ha hecho lo mismo en Fractured .
Ray Monroe, interpretado por Sam Worthington, viaja en su coche junto con su mujer Joan y su pequeña hija Peri. Regresan de una comida de Acción de Gracias con los padres de ella, que ha sido un verdadero desastre. A mitad de camino la niña le pide que pare en una gasolinera para ir al servicio, minutos después en ese lugar se producirá una verdadera tragedia.
Esta emocionante apuesta cinematográfica, que directamente fue estrenada en la plataforma Netflix tras su paso en España por el Festival de Sitges, es un excelente thriller psicológico con momentos agobiantes y claustrofóbicos al mismo tiempo que un drama familiar interesante porque, poco a poco, se van introduciendo en el desarrollo elementos del pasado de Ray que marcan su presente: su ex alcoholismo, su sentimiento de culpa por la muerte de su primera esposa, su incapacidad de abordar con tranquilidad situaciones extremas.
Todo ese suspense se traduce en un espectáculo visual lleno de adrenalina, una de esas películas de las que no aportas la mirada de la pantalla ya que, si lo haces en unos segundos, puede cambiar toda la trama, debido a los giros argumentales que contiene.
El actor Sam Worthington está magnífico en su papel, repleto de registros interpretativos, y la elección de Lucy Capri para encarnar a su hija en la ficción es muy acertada porque su rostro refleja una inocencia que desarma.