HABíA «muchas ganas» de tomarse un cafecito caliente bajo techo, sin que se te quedaran las manos y el pincho helados. Algunos echaban de menos irse de compras al centro comercial para aprovechar las rebajas y cambiar regalos pendientes y a otros lo que les pedía el cuerpo era volver a pisar el gimnasio para continuar con su plan de entrenamiento y de salud.Otros, sin embargo, lo que aplaudían era la apertura de las bibliotecas municipales y la vuelta de las actividades culturales. Las necesidades de unos y otros eran tan variadas como lo han sido los sectores afectados por el último cierre obligado por la tercera ola de la pandemia, pero en todos, trabajadores y usuarios, había un denominador común, las ganas de normalidad. En este lunes de inicio de desescalada también se verbalizó un deseo común, que esta tercera reapertura de comercios, bares, restaurantes y gimnasios fuera la última y, como dice el refrán, «a la tercera sea la vencida». «Estamos esperanzados, contentos estaremos cuando nos dejen trabajar y cuando nos den las indemnizaciones que nos corresponden», señaló el presidente de la Federación de Hostelería, quien reconocía que la apertura en el interior era un paso, aunque algunos compañeros «están esperando un poco a ver qué pasa» y no todos se decidieron a abrir.

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