La gripe aviar no deja de sorprender

SPC
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El virus consigue infectar cada vez a más especies ganaderas, como las vacas lecheras, y ha sido identificado en la Antártida, donde podría causar problemas a las colonias de aves

La gripe aviar no deja de sorprender

La sanidad animal es un reto constante al que se enfrentan los ganaderos. Mantener las explotaciones libres de patógenos es esencial para el bienestar de los animales y, en consecuencia, para obtener rentabilidad. Un buen ejemplo del daño que puede causar un problema de este tipo es la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), que se extendió por toda España durante la época cálida del año pasado y aún sigue mostrando sus consecuencias en la paridera. El Ministerio de Agricultura, en principio, le quitó hierro al asunto dando por hecho que la incidencia iba a ser mínima y sin consecuencias graves para los ganaderos, pero se equivocó porque la EHE sobrepasó todas las expectativas.

Algo parecido está ocurriendo con la gripe aviar, que sigue impresionando a la comunidad científica año tras año porque su capacidad de mutación está haciendo posible que siga «conquistando» nuevas especies ganaderas y territorios porque, por primera vez, se ha detectado a la Antártida. En concreto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) confirmó hace unos días la presencia del virus de la influenza aviar en vacas lecheras de Texas, Kansas y Michigan mientras que la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) ha publicado su último informe hace dos semanas en el que habla de un «hito sin precedentes» para informar del hallazgo de este patógeno en muestras de págalos (aves marinas) muertos hallados en el extremo norte del continente más meridional del planeta.

En términos ganaderos, la infección en nuevas especies supone todo un desafío y una llamada para que el sector primario siga apostando fuertemente por las medidas de bioseguridad. La catedrática de Epidemiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Europea, Patricia Guillem, ha asegurado que, por el momento, los casos detectados en el vacuno estadounidense han cursado con síntomas leves. No obstante, es un patógeno que sigue extendiéndose entre mamíferos silvestres y domésticos y «puede ir incrementándose» porque está «continuamente cambiando» con mutaciones que pueden otorgar resistencia al virus y facilitar su transmisión entre especies.

Por eso, hace un llamamiento a potenciar la «vigilancia epidemiológica» y la bioseguridad, algo que puede «sonar muy complejo» pero son «medidas de barreras físicas» fáciles de implementar en una granja para evitar el contacto con aves silvestres contagiadas. Esta experta le da mucha importancia los esfuerzos y la creciente conciencia en materia de bioseguridad que muestran los productores tras la fuerte expansión de la influenza en los últimos años. De hecho, cree que es uno de los motivos por los que en España estos últimos meses apenas haya habido incidencia del virus, al contrario de lo que pasó en el otoño-invierno de 2022-2023, cuando hubo casos en varias explotaciones avícolas que obligaron a sacrificar miles de pollos, gallinas y pavos.

Diferente es la problemática en la Antártida donde, a falta de animales para producción, el ojo está puesto ahora en cómo la irrupción de la gripe aviar puede afectar a la biodiversidad del continente. La OMSA en su último informe ya advierte de que el impacto de la influenza aviar altamente patógena para la vida silvestre en la Antártida puede ser «negativo» e «inmenso». España ha tenido un papel protagonista en esta primera detección en la Antártida, porque las primeras muestras con el virus presente fueron enviadas a la base española Gabriel de Castilla en la isla Decepción para su análisis por científicos del CSIC destacados en dicho enclave.

Estos científicos mostraron también su sorpresa por el hallazgo en la Antártida «a pesar de la distancia y barreras naturales que la separan de otros continentes». Un hallazgo que, por cierto, «podría explicar, además, las mortandades de aves registradas durante el verano antártico», según ha informado el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Los investigadores españoles han indicado que este descubrimiento permitirá a los programas polares nacionales estar preparados para evitar la transmisión de la infección por medios humanos y, sobre todo, evitar el contagio de las personas.

En humanos.

Precisamente y, a pesar de esta expansión, las cuatro cepas circulantes no están teniendo incidencia relevante en humanos, con pocos casos registrados, según indica Guillem. Asimismo, descarta que tras los casos de gripe aviar en vacas lecheras en Estados Unidos haya peligro de contagio por el consumo de este alimento porque se toma pasteurizado; además de ser un virus que preferentemente se contagia por contacto directo aéreo. Otras de la bazas con las que cuentan las personas más vulnerables a estos virus a la hora de afrontar un hipotético contagio es la vacuna contra la gripe humana porque genera «un cierto tipo de inmunidad compartida» con el de la influenza aviar.

 

Francia y la vacuna.

En el otoño-invierno de 2022-2023 se registraron unos cuantos casos de gripe aviar en explotaciones avícolas españolas, pero Francia fue el país que se llevó la peor parte, tanto esa campaña como las dos anteriores. Los vecinos transpirenaicos cuentan con una importante y tradicional industria de aves de corral (pulardas, capones, pintadas, pollos y, sobre todo, patos) que son criadas al aire libre, por lo que son especialmente vulnerables al contacto con aves silvestres. El 17 de enero de 2022 había 221 focos activos de Influenza Aviar de Alta Patogenicidad H5N1 en animales de producción en el país galo y al año siguiente la situación empeoró con 315 focos. 30 millones de aves tuvieron que ser sacrificadas y miles de ganaderos se vieron afectados.

Sin embargo, este pasado otoño apenas ha habido problemas con la enfermedad gracias a que Francia a administrado una vacuna a buena parte de su cabaña avícola. En junio del año pasado el Ministerio de Agricultura presentó su plan y, a día de hoy, 26 millones de patos han sido inoculados una vez, de los cuales 21 millones han recibido una segunda dosis. El objetivo es llegar a 64 millones de animales para el 30 de septiembre. Pero los resultados ya son evidentes, ya que la incidencia de la enfermedad ha sido mínima, con tan solo 10 focos registrados esta campaña.