De la Cuesta de Gracia, a una Cátedra en la Universidad

E.Carretero
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Tras un diagnóstico de cáncer Miguel Herrero, uno de los impulsores de la Escuela Politécnica Superior de Ávila, ha escrito sus memorias en un primer libro que de momento repasa sus tres primeras décadas de vida y que es un ejemplo de superación

De la Cuesta de Gracia, a una Cátedra en la Universidad

Miguel Herrero tiene una memoria privilegiada  que le permite recordar con nitidez episodios desde su más tierna infancia cuando vivía en la Cuesta de Gracia e iba a clase al cercano colegio Cervantes, donde fue un alumno brillante. Herrero, que fue catedrático de Ingeniería Cartográfica de la Universidad de Salamanca y uno de los impulsores de  la Escuela Politécnica Superior de Ávila, recuerda perfectamente su infancia y los años de escuela con profesores como  don Federico o don Emiliano. También los juegos en la Cuesta de Gracia, donde vivía su familia numerosa y muy humilde. Porque Miguel y sus siete hermanos, recuerda, «éramos pobres de parroquia». Por eso los éxitos profesionales de este abulense que con 18 años se fue a la capital del país a hacer carrera militar y que terminó dando clase en las tres grandes universidades de Madrid (la Politécnica, la Autónoma y la Complutense) son aún más meritorios.  Como meritoria es esa memoria que le ha llevado a escribir sus memorias y a compartir los recuerdos, muchísimos, que atesora de una vida muy interesante. 

'A la luz del crepúsculo' es el título del primer libro de memorias de este abulense, cuya familia materna era de San Bartolomé de Pinares. Un libro que arranca con su nacimiento, y con los primeros recuerdos de su infancia, y en el que repasa sus primeros 30 años de vida, hasta que nace su tercer hijo. Y es que la idea, como explica el autor, es escribir un segundo libro de memorias en el que cuente el resto de su vida, desde la treintena y hasta el momento actual. Unas memorias que sirvan también, como reconoce, para contar cómo era la ciudad de Ávila en aquellos primeros años y cómo fue evolucionando en este tiempo. 

El diagnóstico con la palabra «cáncer» que hace un tiempo recibió, animó a Miguel a compartir sus memorias en un libro que, explica, ha escrito para sus familiares y amigos y que pretende completar con un segundo volumen, que ya está escribiendo. «Yo quería contar a los míos, a mis hijos, a mis primos, a mis familiares y a todo aquel que quiera leerlo, lo que tenía dentro de mí», explica Miguel el porqué de estas memorias que en su primer volumen se centran en sus primeros años de vida, cuando ya han nacido sus tres hijos (Rosa María, Carlos Miguel y Javier) y cuando fallece su padre. «Para mí es un zarpazo terrible y ahí es cuando me replanteo prácticamente toda mi vida y me proyecto hacia mis estudios y mi carrera», explica donde acaba esta primera entrega. 

Las memorias de Miguel Herrero son también una historia de superación, la del protagonista, que pese a lo humilde de su familia y gracias a su esfuerzo, brillantez intelectual y trabajo consiguió llegar a lo más alto dentro de la docencia universitaria. Y eso a pesar de que cuando  llegó a Madrid no tenía ni Bachillerato  pese a que don Nicasio, el director del colegio Cervantes, ya le comentó a su madre que el chaval tenía potencial y que sería bueno darle estudios. «Mi madre le dijo que tenía siete hijos y que no podía hacer excepciones con ninguno», recuerda Miguel, que con doce años, y sin tener aún edad para matricularse, ya empezó a ir a la Escuela de Artes y Oficios de Ávila, donde nuevamente demostró que era «brillante». Después de su paso por este centro, y con la mayoría de edad, se fue a Madrid, donde no solo obtuvo con la mejor nota de su promoción una plaza en el Instituto Geográfico sino donde también montó una empresa de producción cartográfica, como cuenta en su libro. 

«Quería que mis hijos, mis nietos y mis primos tuvieran la oportunidad de ver mi trayectoria y de ver lo que había sido Miguel Herrero peleando toda la vida», concluye el protagonista de unas memorias que lo son también de las últimas ocho