La música es una máquina del tiempo

M.M.G.
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Una docena de chicos regresaron al siglo XVI para aprender a bailar la pavana

ES posible, en pleno siglo XXI, que un grupo de doce chicos de no más de doce años se trasladen al XVI y que, además, disfruten durante el viaje? La respuesta es sí. Se puede si se hace gracias a la música de aquella época, a priori complicada y poco accesible para los más pequeños, y con la ayuda de los que mejor la conocen.

Les hablamos de Il Gentil Lauro, compañía residente de la Universidad de Valladolid que este domingo y al amparo del Festival Internacional de Música Abulensis organizó el taller ‘El rey de la pista renacentista’.

Once niñas y un niño coparon las plazas previstas por los organizadores de un taller cuyo principal objetivo era enseñarles algunos de los pases de la pavana, la danza cortesana por excelencia en la época del Renacimiento. «Se trata de un taller sencillo para trabajar sobre el cuerpo y sentir algunos pasos que tienen que hacer en consonancia con la música», explicaba Cecilia Nocilli, responsable del capítulo de la danza del taller. «En aquella época era importante el dibujo coreográfico que tenían que hacer, que recordaba al dibujo de los planetas en el cosmo», abundaba en sus explicaciones, «para tener la circularidad entre el cosmos, la naturaleza y el hombre».

Y toda esa filosofía se trasladó a los pequeños,«con pasos sencillos y con una músicas típica de la época, la pavana».

Música, por cierto, que pudieron disfrutar en directo, como explicaba Reinaldo Valldeperas, el responsable de la faceta música. «La pavana es una de las danzas más conocidas y populares delRenacimiento», reflexionaba el músico, que sabe bien que su lenguaje era bien conocido por aquellos que habitaban en la corte.

«Es una danza pausada, que generalmente va acompañada por la gallarda, que es una danza en la que se espera algo más de improvisación, sobre todo por parte del caballero», continuaba explicando Valldeperas con su flauta de pico en la mano.

Porque flautas, sacabuches y laúdes fueron los instrumentos que pudieron disfrutar los niños, encantados de poder abandonar durante un par de horas el siglo de la tecnología, la comunicación y la velocidad para aterrizar en una época marcada por la rigidez de la corte.

Para Nocilli, la importancia de talleres como el impartido este domingo en San Francisco pasa precisamente por ese punto: el de acercar a los niños a una materia, la danza, que no se considera obligatoria en el siglo XXI pero que, como ella misma se encargaba de recordar, era básica en la educación del siglo XV y XVI, sobre todo entre las capas más altas de la sociedad.