Muchas son las voces que han hablado de lo que supone que el Papa Francisco haya decidido no acudir a Ávila con motivo de la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa. En muchos casos se ha hablado de desilusión y tristeza, aunque también de la necesidad de redoblar esfuerzos para que la conmemoración teresiana tenga la repercusión que se merece.

Entre estas voces faltaba escuchar una de las más autorizadas, la del obispo de Ávila, Jesús García Burillo, que ha remitido su mensaje semanal, que en esta ocasión está dedicado precisamente a esta circunstancia.

De las palabras del prelado abulense se puede transmitir especialmente el hecho de que destaque que «el Papa está muy cerca de nuestra diócesis». «Y no me refiero –asegura– a la visita que san Juan Pablo II nos hizo físicamente en el año 1982 y que permanece viva en nuestra alma, me refiero a otro modo de presencia que el Papa Francisco ha tenido ya en dos ocasiones con nosotros». Se refiere, en concreto, al hecho de que se haya concedido la gracia de conceder el Año Jubilar Teresiano en España y que el Pontífice enviara un mensaje al comenzar ese Jubileo.

A pesar de todo ello, García Burillo también asegura que «nos sentimos muy tristes al conocer el comunicado de la Santa Sede al presidente de la Conferencia Episcopal Española afirmando que no está prevista la visita del Papa a España en este año. Esta tristeza, sin embargo, no borra el hecho seguro de que el Papa está muy cerca de nuestra diócesis».

El obispo de Ávila también analiza en su escrito los motivos por los que hay que sentir la cercanía del Santo Padre. Es el hecho de contar con el Año Jubilar, «una gracia amplísima que cada día podemos alcanzar durante este año». Es por ello que recuerda las palabras por las que se hizo la concesión y que señalaban que «por mandato del Santísimo Padre Francisco, manifestando de buen grado su paternal benevolencia se concede el Año Jubilar Teresiano en España con la siguiente indulgencia plenaria a los fieles verdaderamente arrepentidos, con las condiciones acostumbradas».

De este modo, dice García Burillo, «la bondad del Papa nos visita cada día y nos invita a renovarnos espiritualmente».

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