La Magdalena, mirando el cielo

Ana Agustín
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La procesión del Miserere recorrió las calles emblemáticas de la ciudad medieval, desafiando a la lluvia. El Canto del Misesere supuso uno de los momentos más emocionantes

La procesión del Miserere desafió a la lluvia. - Foto: David Castro

La negrura de la noche se hacía aún más patente al comprobar que el cielo descargaba la tan necesaria agua que, sin embargo, se hacía inoportuna y hasta detestada por todos los penitentes pertenecientes al Ilustre Patronato de la Purísima Concepción, Santa María Magdalena y Ánimas del Purgatorio, organizadores de la procesión del Miserere. Se trata de una de las manifestaciones de la Pasión más austeras, la expresión castellana más pura de toda la Semana Santa abulense y, con salida a las 12,00 horas de la iglesia de la Magdalena, deja a cuantos la contemplan y, por supuesto a quienes participan de ella, con el alma tocada, en profunda introspección. Sin embargo, la lluvia hizo peligrar la salida de esta procesión en la que la imagen de Santa María Magdalena recorre un entramado difícil, pedregoso, estrecho. No en vano, tras su salida, finalmente, en el horario previsto y con una fina lluvia presente durante todo el recorrido, la procesión, al compás de los tambores, la carraca, las cadenas que algunos penitentes arrastraban con sus pies descalzos  y los golpes de las varas de quienes portan en hombros esta imagen; se encaminó, por el arco del Alcázar, a la calle de la Muerte y la Vida, también conocida como calle de la Cruz Vieja. En ese sobrecogedor rincón de la ciudad comenzó a sonar una saetas a la Magdalena. El silencio roto por la voz de Gustavo Rodríguez colmaba de devoción y de recogimiento. Después, continuó el recorrido. En la Ermita del Humilladero, como es habitual, aguardaban los representantes del Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz, que recibieron a la comitiva procesional para disponerse, ya todos juntos, a escuchar el Canto del Miserere, a cargo del conjunto coral Amicus Meus. Cientos de personas esperaban este momento que se produjo sobre la una de la madrugada.  

Sin dejar de mirar al cielo, los penitentes continuaron su itinerario previsto (Avenida de Portugal, calle San Segundo, plaza de Santa Teresa e iglesia de la Magdalena) cumpliendo así con la tradición de una de las procesiones más recogidas y sentidas de estos días.