El Real Ávila sacó su orgullo, pero no le fue suficiente ante un Salmantino que amenazó en los primeros minutos con comerse a los encarnados y terminó por llevarse los tres puntos del Adolfo Suárez tras un polémico penalti (1-2) en el 85' que nadie supo explicar por qué. Si Pablo Cortes, entrenador del Salmantino, echó mano del famoso «desde donde estoy no puedo verlo», Miguel Ángel Miñambres y su plantilla fueron más explícitos después de cuatro penaltis en contra en las últimas tres jornadas y la sensación de que los encarnados están en el punto de mira de la federación. Lo cierto es que, teorías conspiratorias aparte, se rehizo desde el orgullo tras un inicio calamitoso (0-1 en el minuto 1) y terminó el partido consciente de que podía haberse llevado el triunfo (1-1 de Vila en el 56'), o al menos el empate, pero no le dejaron.