HOY es un día perfecto». Con estas alentadoras palabras nos recibe Filipe Tostes, que junto con Mariano Olivera, piloto, nos acompaña en un viaje único por el cielo de Ávila: un vuelo en globo aerostático sobre la ciudad amurallada y sus alrededores, la oportunidad perfecta para disfrutar a centenares de metros de altitud de lo que, a diario, contemplamos a pie de calle.

Buena temperatura, ninguna nube y, sobre todo, el viento ideal para hacer que el M77 de 24 metros de altura que nos transportará durante la próxima hora se deslice con suavidad por el azul abulense. «Es un globo de 24 gajos», lo describe para nosotros Filipe, en referencia a los fragmentos en los que se divide la espectacular vela que en sólo unos segundos llenará de color la ladera del lienzo norte, desde donde partimos pasadas las siete de la mañana.

Es pronto, pero en seguida se descubre que el madrugón, motivado por la actividad organizada por el Ayuntamiento, ha merecido la pena. Todo es tan suave, tan sutil, que ni siquiera un leve cosquilleo nos indica que la barquilla ha comenzado a elevarse. Sólo el sonido del quemador de gas propano, el corazón de la nave, recuerda al pasajero que vuela ayudado por un elemento externo.

Ávila triplica su belleza cuando de contempla desde un globo aerostático. - Foto: David Castro En sólo unos segundos, la Muralla aparece a los ojos del viajero en todo su esplendor. La Catedral, la Espadaña del Carmen, los Cuatro Postes... se convierten rápidamente en algo parecido a construcciones infantiles que casi estuvieran al alcance de nuestra mano, pero que van alejándose a medida que el globo sigue ganando altura.

Lea la noticia ampliada en la edición impresa.

Más fotos: