Día grande en la Encarnación

David Casillas
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El Monasterio carmelita celebró el V Centenario de su fundación el mismo día que recibía a una postulante y era bendecido el locutorio de la Vocación

 
El Monasterio de la Encarnación de Ávila, de alguna manera centro internacional del Carmelo Descalzo, vivió este lunes una intensa jornada, inolvidable para muchos de los que participaron de ella, que repartió su especial significación en tres actos cargados de simbolismo.
Se abría ese día especial dedicado a recordar a santa Teresa y su legado con una eucaristía en el Claustro de la Transverberación – presidida por el obispo de la diócesis de Ávila, Jesús García Burillo– que sirvió para clausurar el V Centenario de la fundación del Monasterio, un centro religioso que curiosamente comenzó a funcionar, culminando un proyecto que había nacido unos años antes en otra ubicación como casa de mujeres piadosas, el mismo día que quien fuese luego su más célebre priora recibió el sacramento del bautismo en la parroquia de San Juan.
En esa celebración eucarística, en la que el obispo de Ávila hizo un resumido repaso de la historia que ha atesorado este monasterio en sus 500 años de actividad, participó sintiéndola con especial intensidad Juana José Nicolás Guardiola, una joven murciana que recién finalizada la misa hacía su entrada en la Encarnación como postulante, paso decisivo en su vida en el que estuvo acompañada por sus padres, muy emocionados, además de por otros familiares y amigos. 
La ceremonia de entrada a la zona de clausura de esta joven que desea convertirse en monja fue tan sobria como impresionante. Tras el portón de madera que da acceso a la zona restringida a las religiosas esperaban a la postulante las monjas, con los rostros cubiertos, esperando a su nueva compañera, que se despidió con emoción de ese mundo que deja atrás; inmediatamente después los batientes se cerraron y la joven quedó tras esos muros físicos y simbólicos tras los cuales habrá de reafirmarse en los próximos seis meses en la profunda vocación que le ha llevado a dar ese paso.
Inmediatamente después, sin solución de continuidad, el obispo procedía a la bendición del Locutorio de la Vocación, uno de los tres con los que cuenta la Encarnación desde su fundación y al cual iba la joven Teresa de Cepeda a visitar a su amiga Juana, monja allí. 
En ese locutorio, evidentemente también cargado de simbolismo, quedó colgada una pintura realizada por el pintor abulense Eugenio López Berrón en la cual ha inmortalizado el momento de esa visita, sirviéndose de la fuerza evocadora de una apuesta figurativa a la que enriquece una fuerte carga alegórica en la que la luz, ese elemento que tan bien domina el pintor de Gotarrendura, es parte fundamental de la obra. Teresa de Cepeda, de cuerpo entero, charla con su amiga Juana (intuida tras las rejas del locutorio), y junto a ellas se ven unos cantos (que representan a las tierras abulenses y «especialmente a Gotarrendura, mi pueblo, donde tanto jugó con mis hermanos», 17 cardos que «son las fundaciones que realizó La Santa, bellos y austeros a la vez» y una soga con 17 nudos «que son las penalidades que pasó por los caminos».