Andreas Lubitz: «Un día todo el mundo va a conocer mi nombre»

Agencias
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Una exnovia del copiloto relata que el joven soñaba con accidentes de avión y que rompió la relación por su desequilibrio

 
«Un día voy a hacer algo que cambiará el sistema entero, y entonces todos van a conocer mi nombre y recordarlo». Esa frase sin aparente sentido fue pronunciada supuestamente por el copiloto Andreas Lubitz, que estrelló voluntariamente el avión de Germanwings en los Alpes, meses antes de la tragedia. Unas palabras que recordó ayer una antigua novia del joven alemán quien señaló en el diario germano Bild que hasta que no ocurrió la tragedia no entendió lo que su expareja quería decir. 
La mujer, identificada por el periódico como María, asistente de vuelo de 26 años, retrató al autor de la masacre como un hombre «amable, necesitado de amor y detallista», que le regalaba flores, pero con una obsesión que no le dejaba dormir: su trabajo. «Hablábamos mucho de aviones. Y entonces se volvía otra persona. Se excitaba de repente por las condiciones en las que trabajábamos o porque cobrábamos poco dinero», señaló. 
De hecho, la mujer, que, según narró, mantuvo una relación de cinco meses con el copiloto durante 2014 tras conocerse en un vuelo, reconoció que llegó a sentirse asustada por el comportamiento de Lubitz, que llegaba incluso a despertarse por la noche gritando: «¡Nos vamos abajo!». En este sentido, María hizo hincapié en que los problemas mentales de su pareja provocaron la ruptura de la relación, aunque enfatizó que el joven podía pasar por un chico aparentemente normal y sin ningún trastorno: «Sabía cómo esconder de los demás lo que le pasaba dentro».
El relato de esta mujer sobre la obsesión casi enfermiza de Lubitz por la aviación coincide con lo que ya han contado otros amigos o conocidos del copiloto. Incluso, el diario Le Parisien reveló que el autor de la masacre era un «gran conocedor» de la región de los Alpes donde estrelló el Airbus de la firma Germanwings, ya que, hasta 2013, solía visitar la zona para volar en planeador, llevando, además, a sus allegados para que compartieran con él su pasión.
En cuanto al accidente que sesgó la vida de otras 149 personas, la asistente sospecha que su exnovio estrelló la aeronave porque fue consciente de la gravedad de sus problemas de salud. «El trabajo de sus sueños era ser contratado por Lufthansa como capitán, y entendió que a largo plazo eso era prácticamente imposible», señaló.
Unas dificultades que, según publicó The New York Times a partir de fuentes oficiales próximas a la investigación, iban más allá de los supuestos trastornos psicológicos por los que seguía tratamiento, como informó el pasado viernes la Fiscalía de Düsseldorf. Y es que, según las nuevas revelaciones, Lubitz estaba buscando una solución para corregir unos supuestos problemas de visión que podrían haber puesto en grave peligro su carrera como piloto. Se desconoce la trascendencia de este problema o si podría estar relacionado con su trastorno mental, ya que no se descarta que esta deficiencia ocular pudiera tener una causa psicológica.
En este sentido, hay que recordar que la Clínica Universitaria de Düsseldorf calificó el pasado viernes de «incorrecta» la información que señalaba que Lubitz fue tratado en ese centro por depresión, aunque sí reconoció que había acudido a sus instalaciones para contrastar diagnósticos, sin dar más detalles de la dolencia. Asimismo, señaló que la última visita del copiloto se produjo el pasado 10 de marzo. Consultada por The New York Times, una portavoz del hospital no quiso comentar si el autor de la masacre había presentado problemas de visión, alegando las leyes que protegen la privacidad de los pacientes.
 
VARIEDAD DE MEDICAMENTOS. Más allá de esas supuestas dificultades visuales, la investigación comienza a desvelar la gravedad de los problemas psicológicos de Lubitz. Así, el diario Bild señala que, durante los registros del piso del copiloto del pasado viernes, en los que se encontró una supuesta baja médica hecha pedazos, la Policía de Düsseldorf halló también pruebas claras de «una enfermedad psíquica severa», como una variedad de medicamentos psiquiátricos para tratar de frenar sus posibles males. «El joven era tratado por varios psiquiatras y neurólogos», asegura, asimismo, uno de los agentes que participan en la investigación en base a los indicios hallados en el hogar de Lubitz. Los policías, por el contrario, no encontraron estupefacientes ni ninguna otra prueba de una dependencia a las drogas o el alcohol.
Por otro lado, el alcalde de la localidad cercana al lugar del siniestro Prads-Haute-Bléone, Bernard Bartolini, aseveró que el padre del copiloto está «completamente hundido». «Siente sobre él toda la responsabilidad de ese drama y atraviesa una angustia increíble», remarcó el dirigente.