Apenas una semana queda para la disputa del Campeonato del Mundo de Karate en Bremen (Alemania), pero Luis García ya se encuentra concentrado con la SelecciónEspañola en Madrid para afrontar una cita a la que llega «en mi mejor momento». No sólo es una cuestión de físico, sino también mental. A sus 28 años el karateka del ShotokanTora afronta la que será su segunda cita mundialista en categoría absoluta. La primera le llegó quizás demasiado pronto. Era el 2010 y el abulense no llegó a debutar en la cita celebrada entonces en Serbia. Seleccionado con el equipo de kumite, tenía previsto su debut en segunda ronda ante Turquía, «pero perdimos contra Macedonia y me quedé a las puertas de debutar».Ahora dependerá de sí mismo, porque el abulense, además de en kumité por equipos, tomará parte en kumité individual y en su peso, en menos de 84 kilos, «el mayor logro que puede lograr un karateca». Sin embargo el camino hasta este punto no ha sido sencillo.
Porque desde que el abulense entrara en la Selección Española absoluta, para el Europeo de 2006 con 20 años, «he tenido momentos mejores y peores, aunque siempre han contado conmigo». Una trayectoria en la que ha tomado parte en numerosas ocasiones con la SelecciónEspañola ‘B’ en citas internacionales en las que no han faltado las medallas, como la plata en el II Campeonato Internacional en Moscú en 2010, la plata en la Copa Capitales del Mundo de Moscú y el bronce en la Premier League de Karate en Austria, ambas en 2012, o la plata en elOpen Internacional de Wasquehal en 2013. Un camino «en el que todo lo que he pasado me ha ayudado, y ahora es el momento de darse cuenta de ello y aprovecharlo» señala Luis García, que reconoce llevar tres años en un buen momento. Le ha ayudado su experiencia, pero también la confianza del seleccionador nacional, Ángel Arenas, «que ha confiado desde el principio en mí». Un «puntito más de apoyo y responsabilidad» en un equipo en el que el abulense ha pasado a ser «uno de los veteranos» tras la retirada de las grandes figuras que precisamente ocupaban el lugar que hoy disfruta el abulense.
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