SE llamaba Esteban Robledo González, nacido en Velayos (Ávila) y posible vecino de Madrid, hijo de Lucio Robledo y María González, casado con María Pérez y con cuatro hijos. Era guardia jubilado y murió de hambre en la prisión de Valdenoceda (Burgos), el 22 de junio de 1940, tras ser detenido en Madrid y juzgado en un Consejo de Guerra, pero su nombre no ha podido ser asociado a ningún resto. La Agrupación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda busca a los familiares que puedan quedar de Esteban Robledo para ver si, a través de la prueba de ADN, le pueden poner nombre a uno de los cuerpos exhumados de los fallecidos en la cárcel que todavía quedan sin identificar, más de 60 de los 116 recuperados en el año 2007 de la mano de esta agrupación.
No es el único caso, y en este proceso de honrar y recuperar la memoria histórica de las víctimas de la Guerra Civil española llama la atención que se tengan los restos y se busquen a las familias de los mismos y no al revés, lo más común. Esta historia que llama a la puerta de la localidad abulense de Velayos, que todavía no tiene un final feliz, tiene su origen en la búsqueda de uno de los fallecidos de hambre en esa prisión de Burgos, el abuelo del actual presidente de la agrupación, José María González, quien a finales del siglo pasado empezó con su sobrino a remover cielo y tierra para poder hallar los restos, darle un entierro digno a su antepasado y componer esa parte de la historia que se quedó a medias.

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