El sonido de los cencerros sustituyó al del motor de los coches, cuyo espacio habitual fue ocupado este miércoles por dos mil ovejas y cabras, que cruzaron a buen paso la céntrica avenida de Emilio Romero  en dirección hacia Madrid siguiendo la Cañada Leonesa Occidental en una iniciativa que busca precisamente reivindicar «el respeto y el uso ganadero de las cañadas reales», explicó Jesús Garzón, presidente de la Asociación Trashumancia y Naturaleza.
La condición de Arévalo como «cruce de caminos» por el que discurren «varias cañadas» reales convierten a la ciudad en un «sitio muy significativo para apoyar la trashumancia», señaló su alcalde, Vidal Galicia, que defendió el mantenimiento de esta «práctica milenaria» y recibió una vara de pastor de manos de Jesús Garzón como símbolo de agradecimiento a la cálida acogida que la ciudad y sus vecinos brindaron al paso del ganado y de sus pastores, procedentes de Carpio del Campo (Valladolid), que habían pasado la noche en las cercanías de Arévalo.

La singular estampa que prometía el paso del multitudinario rebaño de ovejas por el centro de Arévalo llevó a decenas de escolares a recibirlas en la calle junto a sus profesores, que supieron ver en este hecho inusual un modo de acercar a sus alumnos  costumbres ganaderas prácticamente en desuso, como es el caso de la trashumancia, apuntaba Eva Rivero, maestra del colegio Amor de Dios, cuyos alumnos de tercero, cuarto y quinto interpretaron al paso del rebaño una canción tan apropiada para la ocasión como  ‘Ya se van los pastores a Extremadura’, acompañando las voces con instrumentos como flautas y zambombas.

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