De la mano de Ávila Mágica, el centro histórico de la ciudad acabó convirtiéndose en la noche del sábado en escenario de disfrute para los cientos de personas que se animaron a recorrerlo asistiendo a alguna de las muchas actividades lúdicas que proponía el programa de esta segunda edición de un evento que parece tener un público fiel y entregado. La amenaza de lluvia de la tarde dio paso a una noche de temperatura agradable que invitaba a pasear por la calle, a hacer turismo en monumentos abiertos para la ocasión en horario nocturno -el Convento de clausura de Nuestra Señora de Gracia, por primera vez-; a escuchar música en directo en espacios en los que habitualmente reina el silencio -los palacios de Superunda y Los Verdugo- o a asistir boquiabiertos a alguno de los espectáculos de magia en la calle que sorprendían a muchos viandantes en distintos puntos de una ciudad cuyo casco histórico anoche estaba repleto, animado y animoso.
Poco después de las diez y cuarto de la noche daba comienzo en el escenario del Atrio de San Vicente la gala de clausura de Ávila Mágica, denominada Magicomedy, que atrajo a unos 3.000 espectadores, según comentó a lo largo del espectáculo el mago Alberto de Figueiredo, auténtico protagonista de la misma junto al público, con el que fue interactuando y al que, además de sorprender una y otra vez con los distintos números de magia, por encima de todo hizo reír.
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