El mensaje del Papa Francisco protagoniza la fiesta del Centenario

Isabel Camarero
-

En el convento de La Santa unas 1.000 personas presenciaron la primera Eucaristía; muchos más pudieron estar en la celebrada en la Catedral.

La Diócesis de Ávila y la Orden del Carmelo lo tenían todo preparado para vivir con gran fervor uno de sus días más grandes: aquel en el que se conmemoraba el 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa y, aunque no solo en Ávila sino en el mundo entero se festejaba a la primera mujer doctora de la iglesia, Ávila tenía mucho que decir. Ávila sí y el Papa Francisco, pese a no poder estar presente, también, pues tanto al Obispo de Ávila, Jesús García Burillo como al prepósito general de la Orden del Carmelo, Sàverio Cannistrá, hizo llegar el Santo Padre sendas misivas que fueron protagonistas en las dos celebraciones eucarísticas celebradas este sábado 28 de marzo en la capital abulense.

A las 10 horas daba comienzo en el convento de la Santa, en su día erigido sobre lo que fuera la casa natal de la homenajeada, la primera de las misas en la que se ensalzó y homenajeó la figura de la que es sin duda la mujer mas importante de la ciudad y una de las más significativas de la Iglesia mundial. 350 personas presenciaron la eucaristía en el interior del templo y alrededor de 650 lo hicieron fuera para escuchar el mensaje del obispo de Ávila, quien en su homilía recogió íntegra la carta del Papa Francisco. Un escrito que comenzaba con un sentido: «Hoy mi corazón está en Ávila» pero también en cada lugar por los que la Santa pasó con sus «sandalias desgastadas» dejando su «huella». Una huella reformadora que sigue viva en los cientos de conventos carmelitas diseminados por el mundo. Carmelitas por cierto que este 28 de marzo no quisieron perderse la oportunidad de acompañar a la ciudad en el aniversario de su fundadora y que llegaron de muchos rincones del mundo colaborando a llenar primero el convento de La Santa y después la Catedral de Ávila que acogió a muchísimas más personas debido a que su capacidad es mucho mayor que la del primer templo. El Papa Francisco se refirió a la Santa en muchas de sus múltiples facetas a lo largo del sentido escrito dirigido a García Burillo, de ella dijo que era «maestra de espirituales» y por supuesto recordó su título como «Doctora de la Iglesia», título concedido por su predecesor el beato Pablo VI.

Reconoció, del mismo modo, el sumo pontífice la vigencia del legado de Teresa de Jesús basado en «la contemplación y en la acción».

Su escrito fue un ir y venir de citas de las obras y mensajes de Santa Teresa, de mensajes que hoy mismo podría seguir dirigiendo a los religiosos y religiosas, a los sacerdotes, a los laicos o a los jóvenes porque recordó que Teresa de Ávila fue «hija de padres piadosos y honrados», «mujer que nunca perdió su espíritu jovial», «aquella que tuvo en los sacerdotes su apoyo, su luz y guía» y quien encontró en los religiosos y religiosas a sus interlocutores.

La misiva fue cerrada por el Papa Francisco con un «por mi parte, encomiendo a cuantos celebran este V Centenario a la intercesión de Santa Teresa, para que alcance del cielo todo lo que necesiten para ser de Jesús, como ella, y con la experiencia de su amor, puedan construir una sociedad mejor, en donde nadie quede excluido y se promueva la cultura del encuentro, del diálogo, de la reconciliación y la paz».

Este mensaje fue leído durante las homilías tanto del convento de la Santa como de la Catedral, donde despertó un gran aplauso entre los centenares de personas que abarrotaban el primer templo de la capital abulense y de lo que fue testigo el cardenal Antonio Cañizares y arzobispo de Valencia, que presidió la Eucaristía.

El mensaje que no llegó a la seo abulense pero sí a la primera celebración religiosa en el convento de la Santa fue el que el Papa dirigió a la orden del Carmelo y que Saverio Cannistrá se encargó de trasladar a los presentes. Otra carta que sintetizó Cannistrá de un modo muy sentido. El Santo Padre se refería en ella a la doctora de la iglesia como una mujer «de carisma excepcional» cuyo centenario además se celebra coincidiendo con el año dedicado a la Vida Consagrada en la que aseguró que la Santa de Ávila «resplandece como guía segura y modelo atrayente de entrega total a Dios». Ella es motivo para «mirar al pasado con gratitud y redescubrir la chispa inspiradora que ha impulsado a los fundadores y a sus primeras comunidades», recogía el escrito.

Reconoció en la Santa sobretodo a «la maestra de oración» que era y que nos ha dejado «un gran tesoro, lleno de propuestas concretas, caminos y métodos para rezar que, lejos de encerrarnos en nosotros mismos o de buscar un simple equilibrio interior, nos hacen recomenzar siempre desde Jesús y constituyen una auténtica escuela de crecimiento en el amor a Dios y al prójimo». Repetía Cannistrá la voz del Papa en la que éste aseguraba que «a partir de su encuentro con Jesucristo, Santa Teresa vivió otra vida; se convirtió en una comunicadora incansable del Evangelio. Deseosa de servir a la Iglesia y a la vista de los graves problemas de su tiempo no se limitó a ser espectadora». Ante todo alabó «el cimiento que puso Santa Teresa en sus monasterios y que fue la fraternidad». Una fraternidad que no es decía Cannistrá ni emocional ni sentimental, sino basada en la humildad.

El Papa Francisco fue pues protagonista pese a la ausencia, como lo fueron otros de los que también se acordó el Obispo de Ávila y es que tuvo palabras de homenaje, como no, para los 150 fallecidos en el accidente de los Alpes.