Proyecto europeo para el asentamiento de aves necrófagas

Redacción
-

Durante cuatro años, en los que se han invertido más de 750.00 euros, se ha trabajado en la región por mantener las poblaciones de aves necrófagas como el buitre negro, el milano y el alimoche

Mejorar su hábitat y favorecer su asentamiento. Bajo esta premisa y durante cuatro años el proyecto Life+ Feeding Scavengers, cofinanciado por la Unión Europea a través del programa Life+, y en el que participan la Fundación CBD-Habitat, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente y la Fundación del Patrimonio Natural de Castilla y León, ha trabajado en 26 Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPAS) de la Red Natura 2000 del sur de Castilla y León. En total, 784.050 hectáreas de las provincias de Salamanca, Ávila, Valladolid, Segovia, Burgos y Soria, donde se albergan algunas de las mayores poblaciones de aves necrófagas de Europa.

Este proyecto, para el que se ha contado con un presupuesto de  759,811 euros (el 60 % de financiación europea) ha contado con la colaboración de 550 explotaciones ganaderas, cuya participación ha sido imprescindible, y una treintena de asociaciones, cooperativas y otras organizaciones ganaderas.

La recuperación de la ancestral relación entre los ganaderos y las aves necrófagas es el centro del trabajo conjunto que se está propiciando en Castilla y León a través de este proyecto. Esta iniciativa se desarrolla 

El proyecto también está desarrollando nuevas posibilidades para la gestión de cadáveres de ganado en Castilla y León que proporciona el Decreto 17/2013, por el que se autoriza la utilización de carroñas procedentes de la ganadería extensiva para la alimentación de especies carroñeras.

Este proyecto Life ha incluido 28 reuniones informativas sobre las nuevas posibilidades de gestión de cadáveres como alimento para aves necrófagas. Los ganaderos interesados deben solicitar una autorización y cuando se emite, las explotaciones que son autorizadas pueden dejar los cadáveres en lugares accesibles para los buitres. Los únicos requisitos exigidos para hacerlo correctamente son que el depósito sea anotado en un libro de registro en el que se cumplimentan cuatro datos: especie animal, peso aproximado, identificación -número crotal- y fecha.

El ganadero deberá tener en cuenta que el cadáver no quede en ningún lugar en el que pueda representar riesgos o molestias para las personas o los animales. Para ello, deberá cumplir unos requisitos básicos, como que no se deje cerca de viviendas, carreteras o caminos transitados, manantiales, ríos o arroyos, tendidos eléctricos o cualquier otro lugar en el que pueda suponer riesgo o molestia.

Al beneficio económico y ahorro de tiempo para el ganadero y al beneficio para las aves necrófagas se suma la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero al eliminar el transporte de los cadáveres hasta las plantas de tratamiento y las emisiones derivadas de la incineración de los cuerpos.