Un cuadro desaparecido hace dos siglos regresará a Santo Tomás

diariodeavila.es
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Como ocurrió con el Cristo atribuido recientemente a Gil de Siloé, se estudia ahora también la autoría de este cuadro del S. XVII que, todo apunta, fue realizado por un «gran artista»

A finales del pasado mes, y fruto de una restauración y de un minucioso estudio, se confirmaba la autoría del Cristo de la Agonía de la capilla del Real Monasterio de Santo Tomás a la que Santa Teresa acudía a confesarse ante el padre Ibáñez. Las investigaciones realizadas por la restauradora Virtudes Jiménez Torrubia, y apoyadas en un estudio histórico realizado por Juan Antonio Sánchez Hernández, llegaban a la conclusión de que esta talla de madera por la que la abulense más universal profesaba gran devoción fue realizada por el escultor Gil de Siloé, el mismo artista que talló el Cristo Crucificado de la Cartuja de Miraflores de Burgos. Sin embargo ésta no es ni mucho menos la única ‘sorpresa’ fruto de la restauración de esta capilla en la que, tal y como cuenta la propia Santa Teresa en el ‘Libro de la Vida’, la Virgen y San José se aparecieron ante la mística abulense y la vistieron «con una ropa de mucha blancura y claridad y un collar de oro con una cruz». Esta escena, representada también en el retablo mayor del convento de La Santa, protagonizaba también un cuadro que con motivo de la canonización de la abulense, lo que ocurrió en 1622, los padres dominicos encargaron para esta capilla y que permaneció en la misma, explica Virtudes Jiménez, hasta principios del siglo XIX cuando unos frailes dominicos se lo llevaron a la localidad asturiana de Coria, de donde eran originarios. Parece ser, señala la codirectora de la empresa Édolo Conservación Restauración, que allí, en un claustro y expuesto a las inclemencias del tiempo, estuvo durante algunos años hasta que se perdió su pista. Y desaparecido estuvo hasta el verano pasado cuando fue hallado en la localidad burgalesa de Careluega, concretamente en el Torreón de Santo Domingo. Sin embargo el cuadro «estaba completamente ennegrecido y su policromía totalmente desprendida», amén de la abundante presencia de hongos que presentaba el lienzo. En estas condiciones regresó a Ávila, concretamente al monasterio para el que fue pintado, y es en este lugar donde  tanto Virtudes como su socio Luis Miguel Muñoz están llevando a cabo su restauración, que costean los padres dominicos.

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