El color del Amblés

M.M.G.
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Agustín Ibarrola inaugura 'Ibarrola en Garoza. Arte y naturaleza en Muñogalindo', su último gran proyecto al aire libre en el que plasma en 115 rocas de granito su íntimo diálogo con la naturaleza • Hoy abre sus puertas al público

 Garoza huele a romero, a lavanda y a tomillo. Garoza es roca, encinas y robles. Pero Garoza es también arte y es color, el que el genial Agustín Ibarrola ha plasmado en 115 inmensas moles de granito que salpican esta dehesa de Muñogalindo y que desde hoy esperan la visita de todos aquellos que quieran sorprenderse con la última gran obra al aire libre del famoso escultor vasco.

Bajo su inseparable boina negra, pegado a su inconfundible bigote y con Mari Luz, su querida mujer, siempre cerca, el bilbaíno inauguró este lunes ‘Ibarrola en Garoza. Arte y naturaleza en Muñogalindo’, el proyecto en el que ha establecido un íntimo diálogo con la dehesa propiedad de su amigo Alfredo Melgar y que ahora ‘regala’ a todos aquellos que quieran, como él hizo en su día, mantener un diálogo con la naturaleza a través del arte.

«Hay que mirar las piedras, su emplazamiento, mirar más allá de ellas, a las montañas, su entorno y hay que relacionar las piedras con los árboles», comienza a explicar Ibarrola su trabajo. Y aunque reconoce que no hay ningún árbol pintado, en cierta medida sí que lo están, porque el color de las piedras los envuelve de alguna forma. «Sí los he pintado, porque entre el ramaje de los árboles aparece el color», reflexiona el artista, para el que esas tonalidades «llenan los espacios» en una extensión privilegiada del Valle Amblés.

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