Perdonar sin olvidar

Agencias
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Centenares de supervivientes de Auschwitz regresan al campo de exterminio con motivo del 70 aniversario de la liberación de los prisioneros de la barbarie nazi

CEREMONIAS POR EL 70º ANIVERSARIO DE LA LIBERACIÓN DEL CAMPO DE EXTERMINIO DE AUSCHWITZ - Foto: ANDRZEJ GRYGIEL

 
 
Paula Lebovics recuerda muy bien el día más feliz de su infancia en Auschwitz: «Estábamos en el catre más alto de nuestra barraca cuando las bombas cayeron en la verja eléctrica. Reíamos y reíamos sin parar. No habíamos reído durante mucho tiempo». Y Lebovics sigue riendo siete décadas después al recordar aquel día de 1945 en el que ella y su amiga Miriam pudieron volver a ser las niñas de 11 años que eran entonces. 
Con motivo del 70 aniversario de la liberación de Auschwitz, la mujer volvió ayer al antiguo campo de exterminio alemán para recordar, junto a otros supervivientes, aquel día en que se acabó el infierno. «Recuerdo todo», asegura. «A veces es malo, pero el recuerdo es todo lo que tenemos», agrega. 
Al contrario que ella, para su amiga Miriam Ziegler, canadiense de origen polaco, es la primera vez que vuelve a Birkenau, tras intentar hacerlo hace algunos años. «Pude ver Auschwitz, pero cuando vi delante de mí la exposición de pelo, zapatos y maletas, simplemente no pude continuar. Birkenau habría sido demasiado». Porque ese lugar fue en el en el que vio por última vez a su padre. 
Ziegler no puede recordar esa parte de la vida en el campamento, sino solo el dolor con el que se despertaba de nuevo en su barraca y que muchos años la acompañó en sus pesadillas robándole el sueño. 
«Duele volver aquí», cuenta también Eva Umlauf. La mujer, de 72 años, no tiene recuerdos conscientes de su estancia en el campo al que llegó con 23 meses de vida desde Eslovaquia, junto a su madre embarazada. «Naturalmente, con dos años, no se tienen recuerdos conscientes, pero todos llevamos a nuestras espaldas esta carga de Auschwitz. 
Como psicoanalista, trabaja con el subconsciente. Para ella, volver al campo de exterminio es también una especie de proceso curativo, una aceptación del pasado. Y, para ella, contar la verdadera historia es cada vez más importante para los supervivientes. Sobre todo cuando su cifra se reduce cada año es más importante que nunca mantener el recuerdo. «Se puede perdonar, pero no olvidar», afirma Umlauf. 
Ayer, más de 300 exprisioneros de los nazis fueron acompañados por jefes de Estado, presidentes, ministros y monarcas de 40 países, que se citaron en la Puerta de la Muerte de Auschwitz para rendir homenaje a quienes sufrieron esta barbarie en ese campo de concentración y exterminio, donde al menos 1,1 millones de personas fueron gaseadas, golpeadas hasta la muerte, fusiladas o murieron por enfermedades o de hambre.