Han tenido que pasar cinco días, pero ayer los separatistas del este de Ucrania entregaron a las autoridades de Malasia las cajas negras del vuelo MH17 que se estrelló en Donetsk el pasado jueves con 298 personas a bordo. Un tiempo que muchos han criticado como demasiado, al considerar que los prorrusos han podido manipular el contenido de los registros, si bien el líder insurgente Alexander Borodai aseguró que el material «dejará al descubierto la verdad» y negó, nuevamente, las acusaciones que apuntan a que las fuerzas rebeldes fueron las culpables del derribo de la nave. «No contamos con las capacidades tecnológicas para destruir este avión», reiteró.

Ahora, el Reino Unido se encargará de investigar el contenido de las cajas negras, que fueron cedidas por el Gobierno malasio a Holanda, país de procedencia de la mayoría de las víctimas. De este modo, investigadores aéreos de Farnborough analizarán los datos en ellas guardados.

Mientras tanto, el tren con vagones refrigerados que traslada los cadáveres de los fallecidos en la tragedia llegó por la mañana a la ciudad de Jarkov, situada en el este de Ucrania, pero controlada por las autoridades de Kiev.

Allí, el equipo de respuesta enviado por la agencia Interpol comenzó el proceso de identificación de los 298 cuerpos y, una vez concluya esta misión, previsiblemente hoy, estos serán enviados a Ámsterdam.

Por otro lado, Holanda asumió, a petición del Gobierno ucraniano, la dirección de la investigación internacional sobre las causas de la caída del avión malasio, por lo que enviará a un equipo de expertos a la zona para intentar esclarecer cuanto antes lo sucedido.

En este sentido, el presidente ruso, Vladimir Putin, insistió en que utilizará su influencia sobre los separatistas para que permitan a los delegados internacionales un análisis en profundidad de la zona, si bien reclamó a Occidente que presione a las autoridades de Kiev para que pongan fin a sus ataques contra los sublevados.

Entre tanto, el Ejecutivo ucraniano ordenó la movilización parcial de sus ciudadanos para resolver el conflicto en la región oriental de la exrepública soviética, lo que implica la llamada a filas de los hombres en edad de combatir y de los reservistas.