Jornada gris en la campa de Villalar

SPC /Villalar de los Comuneros
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La adversa meteorología, con lluvias intermitentes, retrajo a muchos habituales y el número de asistentes se quedó por debajo de los 10.000 visitantes, lejos de otras celebraciones en las que se triplicaba esa cifra

La festividad de la Comunidad en Villalar de los Comunero fue como el día, con claros y oscuros; aunque mayormente gris. La amenaza de lluvia durante toda la jornada y la coincidencia con el sábado, retrajo a mucho público de ir a la campa, que quedó prácticamente sólo para cerca de 10.000 incondicionales; lejos de registros históricos que triplicaban esta cifra.
Un recorrido de ida y vuelta, variopinto y con colorido, del monolito a la campa. Con los acordes de la dulzaina y el tamboril, con la jota castellana de fondo y la danza tradicional sobre el escenario del Ayuntamiento. Así se inicia al mediodía el camino festivo con un sol que, por momentos, aparecía para calentar una fría y húmeda jornada.
Después de los discursos y actos reivindicativos del Día de la Comunidad comienza un ir y venir de gente de toda procedencia, vestimenta y condición generacional entre pendones morados, charangas y, especialmente, jóvenes con gafas de sol y aún con ganas de baile y juerga aderezados con ritmos todo menos castellanos. Con la cerveza y el calimocho, para que de esta forma no falte nada antes de la hora de reponer fuerzas estomacales en los numerosos chiringuitos de comida que hicieron su particular agosto en pleno mes de abril.
Las banderas de Castilla y León se cotizaban más que caras, carísimas. Entre banderines de sindicatos y pancartas de protesta, muy de vez en cuando se podía ver una en el horizonte, que los fotógrafos se rifaban para tratar de ilustrar que ayer, en Villalar de los Comuneros se celebraba el Día de la Comunidad. La escasa presencia del símbolo oficial se compensaba con una gran carpa flanqueada con corazones amarillos de Tierra de Sabor, que se estrenaba en esta celebración con gran éxito de público.
En un trayecto afable por el ambiente y la música reinante a cada paso se contempla la riada de gente en un ir y venir continuo que, en dirección a la campa, aparece flanqueado de numerosas atracciones e hinchables -estos sí que se hacían oír con lo último en música de feria a un volumen por encima de lo recomendable para cualquier oído- , junto a almendreros, churrerías y puestos para vender productos de todo tipo. Y junto a ellos, como invitado especial, un zancudo travestido a modo de novia de Podemos buscando al socialista Pedro Sánchez, según informa Ical. 
Ya casi se alcanza con la vista la campa de Villalar, eso sí, después de un atractivo recorrido desde el monolito de ofrenda a los comuneros en la plaza del pueblo. Y al llegar, como sigue el sol y la fiesta y se observa naturaleza humana, y de la otra, nada mejor que ya con manga corta y para empezar que visitar en una caseta del Ayuntamiento sobre buenas prácticas ambientales en el municipio, junto al recinto habilitado por la Fundación Villalar de Castilla y León.
 
Cervantes. Al margen de la algarabía de la campa, Villalar también acogío un acto de calado más cultural, como fue la lectura de El Quijote, con motivo del cuarto centenario del fallecimiento de su autor, Miguel de Cervantes. Una celebración que sustituye a las tradicionales exposiciones y en la que representantes de las nueve provincias, junto al alcalde de la localidad, Luis Alonso Laguna, la presidenta de las Cortes, Silvia Clemente y el de la Junta, Juan Vicente Herrera, leyeron diferentes pasajes del conocido libro. 
Herrera eligió un fragmento de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha sobre la carta de Don Quijote a Sancho Panza gobernador de la Ínsula Barataria, en la que relata las virtudes que debe tener un buen dirigente. «Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras cosas has de hacer dos cosas: una, ser harto educado con todos, y la otra procurar la abundancia de las provisiones, que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestía».
Un acto organizado por la Fundación Miguel Delibes y la Fundación Villalar, al que se sumaron los concursos de grafittis o la exposición Villalart.