Más de 100 añosde luz (...y sombras)

Ana Agustín
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La conocida como Fábrica de la luz, a orillas del Adaja, construida a finales de 1800, celebra los cien años desde que se construyera su gran chimenea, en 1916, que forma parte destacada del perfil urbano abulense

Se trata de los restos de un edificio singular, histórico, que rememora los momentos de esplendor de esta ciudad, allá por los comienzos del siglo XX, cuando Ávila llegó a triplicar su población (de 4.000 habitantes a mediados del XIX a 12.000); un edificio en ruinas que, sin embargo, conserva intacta su gran chimenea, que ha pasado a formar parte irremediable del perfil de la ciudad de Ávila. La Fábrica de la Luz, que mandó construir la Compañía General Abulense en 1896, según los datos aportados por el profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid y abulense José Luis Gutiérrez Robledo, está de cumpleaños puesto que fue en 1916 cuando se levantó la gran chimenea que le infiere una personalidad especial. Este primer centenario bien vale una detenida aunque incompleta mirada a este edificio situado en la margen derecha del río Adaja y que persevera en ocupar un espacio en la historia actual con su presencia para recordar la importancia que tuvo en los primeros años del siglo pasado.

El profesor Gutiérrez Robledo, que en su tesis doctoral ‘La arquitectura abulense del siglo XIX’ hace parada en esta fábrica, ayuda a esta redacción a contextualizar históricamente el edificio, ideado por el arquitecto Isidro de Benito y Domínguez, que se construyó para proporcionar alumbrado público a la ciudad y que, a pesar de situarse junto al río, no se aprovechaba de él para hacer mover su maquinaria sino que se alimentaba de carbón. De ahí la necesidad de construir la gran chimenea, en 1916, cuya robustez es hoy indudable.

«La realización de obras como el Matadero, la mejora del Jardín de San Antonio, las restauraciones iniciadas..., testimonian un afán de progreso, que hacia 1890 se va a materializar en propuestas concretas de mejora de la ciudad, y en la creación de un medio para tratar de llevar a cabo esas mejoras: La Compañía General Abulense», sostiene el historiador abulense, que añade que «en diciembre de 1892, doce miembros de esa burguesía local van a constituir, con el fin primordial de acometer las obras de alumbrado eléctrico y otras, la Compañía General Abulense, con un capital de 1.000.000 pesetas, en 10.000 acciones de 100 pesetas. Entre los doce miembros constituyentes, que tenían una edad media de 45 a 50 años había cuatro Propietarios, un comerciante, un industrial, un jubilado, un farmacéutico, un médico, un abogado, un catedrático y un agente de negocios, configurando un retrato, típico y tópico, de la burguesía local. Eran estos doce personajes: Isidro de Benito, José Rodríguez Oller, Bonifacio Jiménez y Bernaldo de Quirós, Fausto Rico García, Félix Bragado Izquierdo, Leoncio Cid, José María Prieto Garcinuño, Cayetano González Hernández, Joaquín Carmeio Delgado, Antonio Portal, José Victorio Aguirre y Lopetegui y Romualdo Miguel Benito.

Finalmente, en 1896 se construyó este edificio industrial, aunque sin su chimenea característica. Le fue encargado por la Compañía General Abulense para Fábrica de la Luz. Se trata de una construcción muy particular, «neomudéjar» que se construiría con grandes muros de mampostería compartimentados y encintados con ladrillo rematado en las esquinas con unos frontones escalonados que le dan un aspecto muy característico. Algo parecido se había hecho en el antiguo matadero, construido en aquella época por el arquitecto Ángel Cosín

En aquella época Ávila vive unos momentos de crecimiento «Después de la Primera República y la recuperación de los movimientos conservadores y del papel de la iglesia la ciudad se colma de nuevos templos y se hacen intervenciones urbanísticas importantes como la construcción del nuevo puentes sobre el Adaja, el matadero, el mercado cubierto en el centro de la ciudad, se rehabilita Polentinos...». Ese fue el momento en el que se puso en marcha el proyecto de crear una Compañía de Electricidad para suministrar de alumbrado eléctrico a la población.

El tiempo ha ido haciendo sus estragos y hoy, la Fábrica de la luz no es más que un conjunto ruinoso si bien, la torre chimenea que recuerda sus cien años de vida gracias a una inscripción en su parte superior (1916), una pieza extraña en la arquitectura abulense, difícil de construir y muy difícil de tirar, permanece casi intacta tras cien años de vida.

 

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