La delicada arquitectura de la luz

Mayte Rodríguez
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El taller segoviano en el que están restaurándose cuatro vidrieras de la Catedral de Ávila nos muestra el complejo y minucioso proceso que las permitirá volver a desempeñar la misión para la que fueron concebidas a finales del siglo XV

La delicada arquitectura de la luz

Encontramos a Carlos Muñoz de Pablos y a su hijo Pablo observando con detenimiento decenas de muestras de vidrio para elegir el color  preciso con el que reintegrar una de las partes que faltan de la vidriera de finales del siglo XV  que tienen sobre la mesa de su taller segoviano. Representa a San Jerónimo y es uno de los cuatro vitrales que constituyen el conjunto de las dos grandes ventanas góticas con tracería de la Catedral de Ávila, cuya restauración están ultimando en un proceso minucioso y complejo que en lo básico puede asemejarse al de completar un puzzle, aunque en realidad es una increíble conjunción de tecnología, habilidad, responsabilidad, delicadeza, humildad y respeto absoluto por el arte.
Las cuatro vidrieras tuvieron que ser desmontadas «en el año 2006 en una emergencia» porque «corrían peligro», explica Alfonso Muñoz de Pablos. No en vano, «sufren un deterioro importante» y uno de sus «principales problemas es que faltan fragmentos de vidrio muy serios», lo que exige «reintegrar» esas partes ausentes para que la vidriera siga cumpliendo la doble misión para la que fue concebida:  por un lado, no deja de ser un cerramiento que protege el interior de un edificio de los rigores del exterior, pero por otro es «la responsable de modelar el ambiente a través del sabio manejo de la luz y del color», apunta María José Zaparaín en el libro ‘La Catedral de Ávila. Nueve siglos de historia y arte’.

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