Una que tuvieron, una que metieron

A.S.G.
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Ventaja inmerecida. El Mérida se lleva un premio injusto en un duelo en el que fueron los encarnados los que llevaron el control y el dominio •En los mejores momentos del Real Ávila llegó el tanto de Troiteiro

Partido del Real Ávila ante el Mérida. - Foto: David Castro

Real Ávila, 0

 

Mérida, 1

Dario

Josito

Rui

Javi

Llorian

Cabezudo

Cueto

(Tutto, 82’)

Cabrera

Trujillo

Emilio

(Piru, 58’)

Vicente

(Álex, 65’)

  Manu

Regino

Jhony

Santi Amaro

Parra

Troiteiro

Sunny

(Juan German, 69’)

Chettino

Mansilla

Toni

(Boro, 90’)

Cristo

(Caballero, 85’)

Goles

0-1 (minuto 86) Troiteiro

Árbitro

JuanManuel Muñoz (Castilla La Mancha). Mostró cartulinas amarillas a los locales Josito,Cabrera yTrujillo; y a los visitantes Amaro, Sunny y Mansilla. Expulsó con roja directa al encarnado Llorián (R 89) y Caballero (R 89).

Incidencias

Encuentro correspondiente a la primera eliminatoria de la fase de ascenso a Segunda B, disputado en el Adolfo Suárez ante 1.500 aficionados

Hay ocasiones en las que el fútbol es injusto, y en la tarde del domingo el Adolfo Suárez fue buen testigo de ello. Porque el Real Ávila fue merecedor de un resultado mucho más justo que el 0-1 con el que se cerró un duelo en el que el Mérida se llevó un premio excesivo para lo que planteó en el campo. Dominas, tienes ocasiones, no las metes y acabas perdiendo. Es la ley del fútbol, que terminó por premiar a un conjunto demasiado rácano para el potencial que guardan individualmente sus jugadores. Porque el equipo de Bernardo Plaza da la sensación de jugar con el freno echado, encorsetado en una forma de ver el fútbol demasiado soporífera aunque, todo hay que decirlo, al final efectiva. Porque de la nada se llevaron un gol que es oro para la vuelta.Un resultado que obliga a los encarnados a ganar. Allí será distinto. Aunque, por lo visto en el Adolfo Suárez, hay mimbres para ello.

Sin Pito –el almeriense, aunque en el banquillo, no fue en ningún momento una opción– el equipo fue capaz de dominar, controlar e incluso embotellar en su campo a un Mérida que supo sacar partido a lo que venían a buscar.Los romanos, ese tipo de equipo que parece dormido y despierta ante cualquier error del rival, caminó sobre el alambre y terminó encontrando el gol cuando el partido entraba en una fase donde ya no hay marcha atrás. Era el minuto 86 y Josito fallaba en el despeje ante JuanGermán. El ‘7’ le ganó la espalda –los encarnados estaban advertidos de este tipo de jugadas– al lateral y alcanzó la línea de fondo. Sin obstáculos –muchos aún se preguntan por qué no le derribó, aunque fuera en falta– lanzó un pase atrás.El despeje, y con Darío en el suelo reclamando falta, Troiteiro –el mejor de los romanos– se lo encontraba el pequeño ‘10’, que engatillaba sin piedad. Había perdonado en un mano a mano, tras claro fuera de juego, en el 83’, pero esta vez no. Fue la puntilla. Ya no había posibilidad de rectificación. Pero sí para empeorarlo. Y pudo ser aún peor.Con los nervios desquiciados –no ayudó el festejo del banquillo emeritense– el Real Ávila veía como una discusión entre Llorián y Caballero acababa con ambos expulsados.  

Fue el peor final para un partido en el que el equipo de Borja Jiménez controló, dominó e incluso hizo méritos para haberse llevado el partido. «Me ha mirado un tuerto» decía Álex al final del choque. Quizás, porque el almeriense tuvo la mejor del partido cuando –minuto 70– recibía de Piru y su disparo lo rechazaba el palo tras superar la estirada de Manu. Poco después –minuto 75– fue Cabezudo el que vio como su volea lamia el palo. En esos momentos el equipo encarnado disputaba sus mejores minutos después de un duelo en el que el Mérida dejó a las claras, desde el inicio, a lo que venía.   Bien es cierto que la alineación de Bernardo Plaza tenía sabor a gol –Sunny, Cristo, Toni y Troiteiro saltaron de inicio– pero no su juego.  Dominaba el partido el Ávila, pero sin hacer temblar los cimientos de un Mérida que parecía cómodo en su papel. Lo que se anunciaba se cumplía. Sus transiciones, rápidas, buscaban un hueco que no existía. La mejor ocasión la pondría el Ávila –minuto 20– cuando Emilio, tras una gran dejada de Vicente, recortaba a Parra y dentro del área buscó el disparo con su zurda. Su disparo, defectuoso, no encontró portería. Era un primer aviso. En el siguiente Mansilla le birló a Rui un claro remate en el segundo palo. El Ávila hacía méritos para encontrar el gol.  Sólo el Mérida, que se movía entre el sopor de Santi Amaro y Chetino, y las arrancadas de Troiteiro, encontraba en los disparos de Cristo –cruzó en exceso en una clara ocasión en el 39’– una salida a su escaso bagaje ofensivo.   Mucho más claras eran las encarnadas. Llorián engatilló un duro disparo de falta –no es el primero que consigue de esta manera ni será el último– obligando a Manu a desviar a córner.

La segunda mitad no hizo sino acrecentar el dominio de un Ávila que despertó de golpe cuando Tony –minuto 47– les anunciaba con una dura volea desde la frontal que el segundo acto había comenzado.

A partir de ese momento, y hasta que llegó el tanto de Troiteiro en el 86’, el duelo fue de los encarnados pese a un Mérida que parecía interesado en que se jugara poco. Incluso sus aficionados se lo recriminaron. Movió ficha Borja Jiménez. Piru, que saltó por Emilio, y Álex, que sustituyó a Vicente, revolucionaron el partido. Ambos –bien acompañados de Trujillo y Javi– supieron entender a la perfección que ante un conjunto partido la clave del choque pasaba por la zona de tres cuartos. Presionaron, robaron y generaron el suficiente juego como para pensar y entender que el tanto encarnado era una cuestión no sólo de tiempo, sino de justicia.

Esta vez no lo fue. La suerte cayó del otro lado. Quizás la próxima sea para el Real Ávila. Mimbres para buscarla los tiene.