El yihadismo, en España, hoy

PILAR CERNUDA
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Interior llama la atención sobre el incremento registrado en el número de compatriotas que engrosan las filas del Estado Islámico en Siria e Irak, que ha pasado de 70 a 115 desde enero

 
Hace apenas tres días, el ministro del Interior ofreció los datos sobre el número de españoles que se habían sumado al ejército yihadista en Siria e Irak, el territorio que los terroristas llaman Estado Islámico (EI) y quienes luchan contra el terrorismo denominan Daesh, acrónimo que en árabe es despectivo. 
En su intervención ante directivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, Jorge Fernández Díaz sostuvo que, en la actualidad, se había detectado a 115 compatriotas en las filas de este grupo, de los que 14 habían regresado a España y, a su vez, nueve de ellos estaban en prisión -ocho en el país y uno en Marruecos- y cinco habían sido puestos en libertad porque no existían indicios de su implicación en actividades delictivas.
A principios de año, desde el gabinete que dirige Fernández Díaz se afirmó que los españoles que forman parte del yihadismo en el Daesh eran 70, lo que significa que los islamistas radicales están consiguiendo que su mensaje llegue hasta musulmanes a los que ha logrado convencer de que su misión en el mundo, su responsabilidad ante Alá, es sumarse a esa dinámica de imposición del islamismo a través de la brutalidad, la tortura, el asesinato y el exterminio.
La cifra de compatriotas que forman parte del Ejército yihadista es preocupante pero, si se compara con la de otros países europeos, se puede valorar el esfuerzo realizado por las fuerzas de seguridad y, sobre todo, por el CNI, para luchar contra esta lacra. 
Es importante mencionar a esta institución porque, como reconoce el propio ministerio del Interior, cuenta con las personas más preparadas para trabajar sobre el terreno, realizar los informes más minuciosos e intercambiar información con los servicios de inteligencia que más conocimiento tienen de lo que ocurre dentro del islamismo radical. 
Sin embargo, los agentes del CNI no detienen a nadie, sino que ponen a disposición de la Policía y la Guardia Civil los datos con los que cuentan para que éstas actúen en consecuencia, como ha ocurrido recientemente en Cataluña cuando detectaron movimientos sospechosos entre miembros del colectivo musulmán y lograron pruebas de que preparaban un asesinato similar a los que realiza, y graba, el EI.
Frente a los 115 españoles que han logrado llegar hasta Siria e Irak, Francia reconoce que tiene contabilizados 1.450 ciudadanos que forman parte del EI y el Reino Unido maneja una cifra similar, a la que hay que sumar los procedentes de otros dos países en los que ha arraigado con fuerza el yihadismo: Bélgica y Holanda. En total, se calcula que unos 5.600 europeos forman parte del Ejército islamista, junto a 2.000 marroquíes, toda una pesadilla para Mohamed VI y su Gobierno, y lo que ha provocado que la colaboración entre España y el reino alauíta sea tan estrecha. 
 
20.000 PÁGINAS WEB. Sin embargo, la lucha contra el extremismo cambia día a día, porque desde el Daesh se modifican también los métodos de captación. Las redes sociales continúan siendo la principal fórmula, con más de 20.000 páginas dedicadas al yihadismo en todas sus facetas, en las que se incluyen tutoriales sobre cómo fabricar artefactos explosivos, cómo utilizar instrumentos que pueden convertirse en armas mortales y de qué manera se puede llegar hasta Siria e Irak esquivando los controles. Pero, sobre todo, son el medio crucial de concienciación hacia el extremismo y justificación de su existencia. Analizar esos portales es uno de los elementos claves de la investigación.
Preocupan también unas revistas que circulan por internet muy bien elaboradas, una de ellas realizada por los islamistas del Daesh y otra por Al Qaeda. Tras ellas se encuentran auténticos conocedores de la psicología humana, que saben qué resortes deben utilizar para provocar en sus lectores un sentimiento de compromiso con su religión, así como de justificación de la violencia. 
Pero, ¿cómo actúa la comunidad musulmana española, los imanes, ante esta situación? En las mezquitas legales existe una aparente buena colaboración con la Policía y nunca han dudado en condenar el terrorismo cuando se ha pedido que lo hagan. Las autoridades españolas tienen, además, la seguridad de que se trata de una repulsa sincera, pero se echa de menos que en sus discursos los imanes no rechacen expresamente recuperar el Califato. 
Caso aparte son las mezquitas clandestinas, difíciles de detectar porque, en medida, han abandonado sus círculos habituales (las trastiendas de las carnicerías y otros productos de alimentación). Ahora los yihadistas se reúnen en domicilios particulares, supuestamente, para profundizar en el conocimiento del Corán. Y, efectivamente, así comienzan siempre los métodos de captación.
 
ROMA, EN EL PUNTO DE MIRA. Entre los últimos hallazgos de quienes luchan contra el Daesh se encuentran varios mensaje de Roma, estamos en camino. Son especialmente inquietantes porque el EI se ha hecho fuerte en Libia, hoy un territorio sin estructura de Estado pero muy cercano a la península transalpina. 
Desde las costas libias salen la mayoría de los barcos de inmigrantes que tratan de llegar a Europa y que ya no huyen solo de la miseria, sino también de la persecución yihadista. Hace semanas, las Fuerzas de Seguridad desvelaron tener indicios de que, camuflados entre los sin papeles, se encontraban radicales que hacían suyo este lema. De hecho, inmigrantes que llegaron recientemente a la costa italiana denunciaron que, un grupo de los embarcados había arrojado al mar a los cristianos que se encontraban a bordo de los botes.
Por todo ello, no se puede bajar la guardia. Habrá que estar alerta, incluso, cuando hay que dar prioridad a resolver un inconmensurable problema humanitario, el de la llamada crisis migratoria, que necesita una urgente solución.