Pocos pueden plantar cara a la primera potencia del mundo, por mucho que se trate de una alianza de países. Y menos cuando el líder de esa poderosa nación es Donald Trump, un hombre impredecible que, en cualquier momento, se levanta de la mesa y rompe con sus socios. Eso es lo que se demostró ayer en la jornada de clausura de la cumbre de la OTAN, en la que los Estados reunidos vivieron un fuerte desencuentro por las exigencias del presidente de EEUU, quien, sin embargo, salió finalmente fortalecido de la cita al conseguir el compromiso de los presentes.

El propio Trump se manifestó «feliz» al concluir el cónclave, en el que instó a sus colegas a aumentar el gasto militar hasta el 2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) nacional antes de 2024, con ánimos de que se incremente todavía más, hasta el 4 por ciento, antes de 2030.

La discusión se prolongó ayer, con dos frentes abiertos. El inquilino de la Casa Blanca llegó, incluso, a amenazar con desvincularse de la Alianza si no se cumplían sus reclamaciones, lo que hizo que buena parte de los asistentes le hicieran llegar su compromiso.

Entre ellos, España, cuyo presidente, Pedro Sánchez, expresó que intentará seguir avanzando hacia un gasto del 2 por ciento del PIB en Defensa, si bien reclamó que se tenga en cuenta la aportación del país a la OTAN no solo en términos financieros, ya que sus contribuciones están «muy por encima de la media».liano, Giuseppe Conte, quien aclaró que no ha prometido más fondos que los ya asignados a la Alianza, en contra de las demandas de Washington.