Las primeras impresiones de la nueva iluminación en la ciudad no fueron demasiado positivas entre la ciudadanía abulense y por ello desde la empresa encargada en realizar el cambio, Grupo Eulen, se han llevado a cabo diferentes modificaciones y mejoras con el fin de conseguir que esa nueva iluminación, además de convencer a los habitantes de la ciudad, cumpla con el compromiso de eficiencia energética, menos contaminación ambiental y lumínica y, además, se ajuste a la normativa europea en esta materia. Juan Ignacio Muñoz Martín, director técnico de la División de Mantenimiento de Grupo Eulen, pide paciencia porque «todavía estamos en obras» y se muestra convencido de que todos esos objetivos se cumplirán y Ávila se convertirá en un referente nacional en materia de ciudades iluminadas.
¿En qué momento se encuentra el cambio de iluminación de la ciudad?
Hemos dividido a la ciudad en tres zonas: intramuros, que está prácticamente terminado; extramuros, que estamos en un 60-70 por ciento del cambio; y el tercer anillo, ya más allá de las vías del tren y en las afueras, que estamos en un 50 por ciento.
¿Se incluye aquí ya la modificación que han tenido que hacer sobre el planteamiento inicial?
Sí, sí. Intramuros está cambiado casi todo, a falta de 2 ó 3 calles.
¿Qué problemas se detectaron y que obligaron a este cambio?
Ha habido puntos de luz que faltaban por colocar, interdistancias irregulares que generaban sensación de puntos oscuros, zonas en las que faltaban puntos de luz antes, pero como había un exceso de luz, aparentemente había zonas que parecía que se veía, y cuando hemos quitado ese exceso se han puesto de manifiesto los sitios en los que realmente faltaba un punto de luz. Luego ha habido otras calles en las que se ha cambiado la intensidad, porque a la hora de hacer el cálculo ha resultado insuficiente la luz y hemos visto que, efectivamente, había que poner más luminosidad porque el cálculo teórico que consigues con un programa de ordenador no tiene luego nada que ver con lo que te encuentras en la ciudad. En extramuros pasa algo parecido. Hay zonas que han quedado bien iluminadas y en otras que faltan puntos de luz, no es cuestión de poner más potencia. No están cuantificados los puntos de luz que se han tenido que añadir sobre el planteamiento inicial porque en lugares en los que no hemos cambiado sigue habiendo mucha luz pero nadie se da cuenta de que falta un punto hasta que pones la luz donde tiene que estar. En los cascos antiguos de las ciudades la geometría en la que está basada y se apoyan los puntos de luz es muy irregular. Hay calles que han sufrido desde nuevas casas a otras que se derriban o en las que no se ponen puntos de luz o se ponen más bajos, y lo que intentamos es conseguir la uniformidad de la luz. Hay un error instalado en la mente de todos que es que cuánto más luz, más se ve, y eso no es así. Lo que interesa y lo que es importante es que haya uniformidad y, sobre todo, que no haya deslumbramientos. Con el antiguo alumbrado había unos puntos de luz naranja muy fuertes que obligan a la retina a cerrarse. Había mucha luz, pero no servía para nada porque mucha se tiraba al cielo, entre el 40 y el 50 por ciento, generando contaminación lumínica y eso es gastar el dinero porque la luz tiene que servir a las personas para andar por la calle y a los vehículos para poder circular sin peligro. Entonces, hemos tenido en cuenta las alturas de los puntos de luz, la interdistancia de los mismos y su intensidad luminosa. Además, los puntos de luz de LED tienen una óptica que manda la luz para un lado o para otro, y con todo eso hay que jugar. En el casco viejo es muy difícil mantener esa homogeneidad que sí se consigue en las partes más modernas de la ciudad. Es un poco hacer un traje a medida, y ahora llevamos tres semanas explicando a la gente lo que estamos haciendo, con asociaciones de vecinos, foro de sostenibilidad, medios de comunicación…, un planteamiento que se tenía que haber hecho bastante antes, reconocemos.
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