«Quiero que en el 'cole' me llamen Lucía»

C. LÓPEZ (EFE)
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Los padres de una niña de cinco años que acaba de convertirse en la transexual española de más corta edad que cambia su nombre en el DNI relatan el periplo vivido por su hija

 
«Os voy a pedir un favor: mañana quiero que vayáis al cole, digáis ya que soy una niña y que me llamen Lucía. Estoy preparada para hacer frente a todas las burlas». Ésta fue la demanda que hace poco más de 12 meses hizo a sus padres Luken (Lucas en euskera), una menor con genitales masculinos, que hoy ya tiene cinco años.
Además de convertirse en realidad y ser aceptada con total «normalidad» por su familia, profesores, compañeros de clase y amigos del pequeño pueblo guipuzcoano de Asteasu, su deseo ha encontrado ahora acogida legal en un juzgado, que acaba de autorizar su cambio de nombre en el Registro Civil por motivos de transexualidad, en lo que hasta ahora es el caso más «prematuro» de España.
Pero el camino transitado por la familia de la pequeña hasta llegar a este punto no ha sido fácil. Sus tres hermanos -Bingent, de casi ocho años, Karan, de seis, y Kerman, de tres-, pero sobre todo sus padres -Abi Labaien y Agus Arandia-, han pasado por diferentes estados de ánimo. «Tienes muchas ideas, todo te viene: sorpresa, emoción, miedo y enfado», recuerda su madre. «Lucía siempre ha mostrado interés en asuntos que socialmente conocemos como cosas femeninas en los juguetes y la ropa», asevera Abi, quien junto a su marido pensaba, «al principio», que su comportamiento «era solo un juego».
Una idea que empezaron a abandonar cuando la niña tenía unos tres años y medio y, además de en euskera comenzó a expresarse en castellano, idioma en el que el género se manifiesta explícitamente a diferencia de la lengua vasca, cuyos adjetivos son neutros. Al hablar en castellano, Lucía se refería a sí misma como una chica y «haciendo mucho hincapié» en su condición femenina. «Decía: yo soy guapa, y cosas así», aclara Abi.
«Un día nos dijo tengo pene, ¿puedo ser una niña?, y en ese momento pensamos que detrás de ese juego había algo que se nos estaba escapando», explica la madre, quien recuerda que, antes de responder a la pequeña, decidieron contactar con la Asociación de Familias de Menores Transexuales, Chrisallys, donde encontraron comprensión y «una segunda familia» que les ofreció toda la información que necesitaban.
De esta manera, cuando con cuatro años la pequeña les volvió a hacer la misma pregunta, sus padres pudieron responderle: «Sí, hay niñas con pene» e iniciar su «proceso de tránsito social» con el que ya llevan 12 meses y en el que su cambio de nombre «legal» solo ha sido un pequeño paso más que, sin embargo, podrá ayudarles en circunstancias comprometedoras, como querer montar en un avión con una niña en cuya documentación aparece un niño. 
Del mismo modo, sus hermanos viven con normalidad una situación en la que fueron ellos quienes ayudaron a la pequeña a elegir su nuevo nombre. «¿Qué te parece Lucía?», le señaló un día el mayor. «Pues me encanta», le respondió ella, y «así fue», rememora Labaien, quien rechaza la posibilidad de que su hija posea una madurez impropia de su edad para reivindicar su género. «La identidad sexual está determinada en los seres humanos, sean hombre o mujer, entre los dos y los cinco años», opina Abi.
«Nosotros simplemente somos espectadores y lo que hacemos es apoyarle en todo momento y seguir los tiempos que nos marca la niña. La podemos guiar, pero al final es ella la que nos tiene que señalar por dónde ir», insiste.
 
CAMBIO DE SEXO. Por ahora, Lucía, enamorada de la música y del ballet, prosigue con su vida «paso a paso» al igual que sus padres, que aún no se plantean qué pasará mañana. No obstante, con la vista puesta en el futuro, ambos reclaman al próximo Gobierno que tenga en cuenta la posibilidad de autorizar el cambio de sexo antes de los 18 años. Además, en caso de que Lucía decida no operarse porque se dé el caso de que «esté feliz con su cuerpo, nadie tenga derecho a decirle que es menos mujer por no pasar por esos tratamientos».