«La única forma de entender Japón es sumergirte en su cultura con la mente abierta»

Marta Martín Gil
-

Su pasión por lo japonés llevó a Esther Vallés a lanzarse a la aventura de vivir en Tokyo hace ahora un año.

 PAra Esther, cada día en Japón es un reto. Desde hace un año,  Esther, que se crió protegida por los históricos muros del Parador de Gredos, se levanta por la mañana sin saber a qué aventuras deberá enfrentarse en una ciudad que la enamoró desde muy pequeña y a la que viajó por convicción, aunque en cierta medida también, reconoce, alentada por la complicada situación económica que atraviesa España.

«Todos los días me encuentro situaciones que en España me costaría un minuto solucionar y que aquí me suponen un problema», comienza a hablarnos de esos retos, que van desde averiguar si la carta que tiene en el buzón es la factura de la luz o una información importante de emigración, a entender muchas de las conversaciones que mantiene con japoneses. «Es que la estructura de las frases en japonés termina con el verbo, a diferencia del español», explica, «lo que significa que siempre tienes que esperar a la última palabra para saber de qué va el discurso, pues puede terminar con un ‘hice’ o ‘no hice’». Y a esto, además, hay que sumar la complicada forma de pensar japonesa, según Esther. «A estas alturas más o menos suelo entender el significado de las palabras en una conversación, pero la mitad de las veces no entiendo la situación», reconoce al más puro estilo Lost in translation, de Sofía Coppola. «Una de las razones es que los japoneses odian rechazar y nunca te dirán ‘no’ si les propones algo, intentando no herir tus sentimientos».

Así que Esther, «acostumbrada a un idioma tan directo como el español» tiene dificultades para, como dicen ellos, «leer el ambiente» en el que se desenvuelve a diario. Y eso que se mueve mucho, porque nuestra protagonista de hoy está más que pluriempleada en Japón. «Trabajo en una agencia de viajes para turistas hispanoablantes, en un restaurante español, en un bar, dando clases de español y en una agencia de modelos», nos sorprende con su intensa actividad.

Y precisamente es esta última faceta de su día a día la que la lleva a la actualidad, al comienzo de la Copa Confederaciones. Y nos explicamos. Esther acaba de protagonizar un anuncio para la marca de té de mate que Coca Cola comercializa en Japón. En él varias chicas representan a la selección de fútbol de su país y puedes votar por ellas vía internet. «A cada chica nos dieron una receta de un plato de carne que tuviera que ver algo con nuestro país, o eso intentaron», explica Esther. «Lo que preparé yo se supone que eran albóndigas en salsa, aunque al final no se pareció demasiado. Durante la audición me preguntaron por carne típica de mi tierra y yo les hablé del chuletón, pero supongo que era difícil encontrar uno aquí», sonríe Esther, que cuenta que todavía no sabe qué ocurrirá con la modelo ganadora, y eso que ella ocupa una muy digna tercera posición tras Italia y Japón.

Y así, entre rodajes, clases de español y trabajo en la agencia de viajes ( «me dedico a buscar información y a escribir sobre temas relacionados con lugares y eventos turísticos en Japón, para que los visitantes puedan tener una guía y una imagen de lo que se van a encontrar allí», describe su puesto) se desarrollan los días de Esther, que recuerda como «duros» sus primeros días en el país nipón, «por la cantidad de información que tuve que asimilar», dice, y que todavía no sabría cómo definir el país que ahora le acoge. «Después de un año aquí lo único que puedo decir de Japón es que es diferente, que tiene muchas cosas buenas y cosas que pueden no convencer tanto, pero la única forma de entenderlo realmente es sumergiéndote en su cultura con la mente muy abierta.

Entenderles a ellos pero, también, que ellos nos entiendan a nosotros. Porque, como dice Esther, entre los japoneses hay mucho interés por aprender español. «Les suele gustar bastante el fútbol y el flamenco y a partir de estas aficiones deciden estudiar español», explica la también profesora, que sabe que de España, a los nipones les interesan, sobre todo, Barcelona y Gaudí. «Pronuncian con dificultad Sagrada Familia, que para un japonés supone un buen trabalenguas, y hay que conseguir que conozcan igual de bien Ávila, que Muralla es mucho más fácil de decir para ellos».

Lea la noticia ampliada en la edición impresa.