Entrevista a Maite Martín, coordinadora de Geara

Mayte Rodríguez
-

«Quien no es capaz de parar de beber, aunque solo sea el fin de semana, tiene el mismo problema que el que bebe alcohol a diario»

Entrevista a Maite Martín, coordinadora de Geara - Foto: Belén González

El Grupo de Enfermos Alcohólicos Recuperados Abulenses (Geara) cumplirá medio siglo de andadura el próximo año 2019 y la más veterana del equipo es Maite Martín (Las Berlanas, 1971), trabajadora social y coordinadora, que suma nada menos que veinticinco años de trayectoria. Por el tiempo que lleva trabajando allí y por la dedicación y el compromiso que pone, bien puede decirse que ella es el alma de Geara, aunque insiste en quitarse méritos y atribuírselos a quienes empezaron a caminar por un sendero repleto de obstáculos. «Yo he recogido un testigo, quienes lo tuvieron muy complicado fueron los fundadores de Geara, tres hombres que llegaron a la conclusión de que bebían demasiado, de que no podían seguir así y que no solo decidieron dejar el alcohol sino ayudar a otros a hacerlo», recuerda. «Era otra época y ellos lucharon contra muchos prejuicios por parte de la sociedad porque antes era una enfermedad con muy poco reconocimiento, ahora sabemos que son enfermos, antes se hablaba de borrachos a los que se metía en la cárcel» en cumplimiento de la «Ley de Vagos y Maleantes», explica Maite Martín, que en sus primeros tiempos en Geara escuchó a aquellos valientes narrar desagradables anécdotas en ese sentido. «Por todo ello el mérito es suyo, pero es verdad que para mí es una satisfacción que hayamos sido capaces de mantener Geara, siempre con dificultades económicas, siempre luchando para mantenernos porque, al ser una asociación sin ánimo de lucro, no podemos cobrar por los servicios que prestamos», revela su coordinadora, que se confiesa trabajadora social de vocación. Y peleona desde bien jovencita porque logró acceder a la Escuela Universitaria de Trabajo Social pese a estar matriculada ya en Derecho gracias a la reclamación que presentó para evitar una de tantas injusticias burocráticas, un proceso que, con 18 añitos, la llevó ante el secretario del mismísimo rector de la Universidad de Salamanca en demanda de lo que por mérito la correspondía y el sistema había embarullado. Y aunque durante su etapa universitaria siempre dijo que se dedicaría a cualquier ámbito del Trabajo Social menos «al de las drogas», finalmente la realidad se impuso y después de un breve paso por los Servicios Sociales de la Diputación recaló en Geara y allí sigue un cuarto de siglo después.