¿Una autovía necesaria?

José Manuel Maíz
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El trágico accidente ocurrido ayer en la N-403, carretera en la que se han registrado algunos de los siniestros más graves de los últimos años en la provincia, vuelve a plantear su peligrosidad y la necesidad de la construcción de la A-40

La N-403 entre Ávila y Toledo se ha convertido en una de las carreteras más peligrosas de la provincia de Ávila, y aunque no haya ningún tramo de concentración de accidentes en ella, sí que es cierto que algunos de los accidentes más graves que han ocurrido en los últimos años en esta provincia, y con un número de víctimas más elevado, han tenido como triste protagonista a esta carretera.

El trágico accidente ocurrido en la mañana de ayer en el kilómetro 87 de la N-403 volvió a poner de manifiesto la peligrosidad de esta vía y algunos lectores apuntaban concretamente a este tramo, en el que, afirmaban, es normal ver a gente en la curva «invadiendo el carril contrario para poder subir con más velocidad».

Una vía, por cierto, para la que desde hace ya cerca de diez años está planteada la construcción de una alternativa en forma de autovía, la A-40 entre Ávila y Maqueda, y que aparece recogida en el Plan de Infraestructuras, Transporte y Vivienda (PITVI) 2012-2024 que aprobó el Ministerio de Fomento en 2012 pero para la que pocos pasos se han dado en los últimos ejercicios.

El proyecto de la A-40 entre Ávila y Maqueda se remonta a la primera legislatura del gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. A finales de 2005, el Ministerio de Fomento licitó la redacción del estudio informativo de la futura autovía, con un presupuesto de 2,3 millones de euros, repartidos en dos anualidades a razón de 1,5 millones de euros para 2006 y 800.000 euros para 2007. Se trataba de los trabajos de consultoría y asistencia técnica que permitirían establecer las posibles alternativas de trazado de la futura autovía Ávila-Maqueda, entre los puntos kilométricos 40 y 135 de la N-403, es decir, 95 kilómetros de longitud.

El proceso estaba previsto que se prolongase durante 18 meses y en aquel momento se decía que una vez redactado el estudio informativo se procedería a la licitación del apoyo técnico, primero, y de la ejecución de obras, más tarde, pasando antes por la preceptiva Declaración de Impacto Ambiental.

La futura autovía se planteada como una red de alta capacidad que vertebraría el tráfico del norte que va hacia Levante sin tener que discurrir por Madrid; y también sería una nueva posibilidad para los habitantes de Ávila para acceder a la provincia de Madrid.

El 24 de mayo de 2006, el Ministerio de Fomento anunció la adjudicación a la empresa Eptisa Servicios de Ingeniería S.A. los trabajos de consultoría y asistencia técnica para la redacción del estudio informativo de la autovía A-40. El presupuesto de adjudicación ascendía a 1,6 millones de euros y el plazo de ejecución se reducía a 12 meses.

Tras la conclusión del estudio informativo, se abrió el procedimiento de presentación de alegaciones. En mayo de 2009 concluyó ese plazo y los técnicos comenzaron a analizar las alegaciones planteadas por un total de 67 instituciones y particulares para dar una respuesta pormenorizada a cada una de ellas. Ese estudio definitivo de las alegaciones, una vez que fuese concluido por el Ministerio de Fomento, debería ser remitido al Ministerio de Medio Ambiente, de cuyas conclusiones dependía el futuro del tramo abulense de la A-40, dado que es la Declaración de Impacto Ambiental el documento del que depende la aprobación definitiva del trazado elegido para que discurriera la nueva carretera. Buena parte de las alegaciones presentadas tenían un trasfondo ambiental. De hecho la autovía discurriría sobre dieciséis espacios naturales protegidos: quince de ellos forman parte de la Red Natura 2000 y uno es la Reserva Natural del Valle de Iruelas.

En los presupuestos del año 2010 se consignaron 477.000 euros en los Presupuestos Generales del Estado para la A-40 abulense, cantidad que debería destinarse para sufragar los gastos de la elaboración de la Declaración de Impacto Ambiental.

Paralización. La llegada de la crisis paralizó las actuaciones inversoras del Ministerio de Fomento y uno de los proyectos afectados fue éste de la A-40, que desde el año 2009 no ha avanzado. En ese año, el proyecto se llegó a abordar en el Congreso de los Diputados, con el Gobierno socialista y sin más trascendencia, la petición del PP para extender la A-40 hasta la A-6, algo en lo que entonces coincidieron PP y PSOE.

Con el cambio de Gobierno, la ministra de Fomento, Ana Pastor, avanzaba en febrero de 2012 que el nuevo plan de infraestructuras incluiría la A-40 en su conexión de Ávila con Cuenca y Teruel como prioridad. Esto se materializó en el plan definitivo que se presentó en diciembre de 2012, plan inversor que también incorporaba Ávila a la Línea de Alta Velocidad, dos ‘clásicos’ de las reivindicaciones históricas en infraestructuras de esta provincia.

El Plan de Infraestructuras, Transporte y Vivienda (PITVI) 2012-2024 no aportaba detalles ni de inversión ni de plazos de ejecución, más allá de ese horizonte 2012-2024, pero la A-40 aparecía en el apartado de nuevas infraestructuras por carretera como ‘Autovía Adanero-Ávila-Maqueda-Toledo-Cuenca-Teruel’. Sorprendía en ese momento la inclusión de Adanero en una autovía, la Ávila-Maqueda, que se incluía en el proyecto de conexión de la capital abulense con Cuenca y Teruel pero para la que nunca se confirmó que fuera a extenderse hasta la A-6 (Adanero), una conexión ésta que en ocasiones se trató como proyecto individual de la Junta (que no llegó a más) pero para el que se pidió como continuación de la A-40, contando incluso con un protocolo de colaboración que firmaron el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrero, y el entonces ministro de Fomento socialista, José Blanco, que tampoco avanzó más.

En los últimos Presupuestos Generales del Estado, la autovía A-40 entre Ávila y Maqueda volvía a aparecer con una inversión ‘simbólica’ de 120.000 euros, en la línea de los últimos ejercicios: 106.000 euros en los de 2012 (los últimos de la ‘era’ Zapatero); 15.900 euros en los de 2013 (los primeros de Rajoy); y 7.950 euros en los de 2014. A su vez, se realizaba una proyección hasta 2017 también ‘mínima’, con 89.140 euros en los presupuestos de 2016 y 2.050 euros en los de 2017. Sin duda, una forma de mantener ‘vivo’ el proyecto pero sin la inversión necesaria para que se convierta en realidad.