Mago de Oz trajo el mundo circense de 'Ilussia' a Ávila

Eduardo Cantalapiedra
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Alrededor de 4.000 personas disfrutaron en la cubierta multiusos del rock metal de la banda madrieña

Mago de Oz sigue en buena forma. Tras más de 25 años sobre los escenarios y pese a los cambios que han sufrido entre sus componentes, el rock que corre por sus venas mezclado con esos ritmos celtas que siempre les han caracterizado volvieron a hacer vibrar la noche del domingo a las alrededor de 4.000 personas que se dieron cita en la cubierta multiusos de Ávila.

Con una puesta en escena espectacular, el Gran Circo Ilussia aterrizaba en la capital abulense desgranando cada uno de los temas del último trabajo de la banda, que se caracteriza por un sonido más fresco y renovado, y todo ante la atenta mirada de la enorme y diabólica cabeza de payaso que presidía el escenario.

Tras la actuación de ‘7 Almas’ como teloneros, Mago de Oz arrancaba su concierto con una introducción acústica y celta que daba forma al primero de sus temas, Pensatorium, que enseguida se tornó en un rocoso muro de guitarras. Luego llegó Melodian, más melódico y con una letra que habla del amor a la música.

A partir de ahí, la banda madrileña comenzó a intercalar canciones de Ilussia con otras de sus anteriores trabajos que fueron muy bien recibidas por el público, que no dejaba de bailar, saltar y cantar. Era curioso ver cómo entre los asistentes había gente de todas las edades, incluso niños que conocían casi a la perfección los temas de esta gira.

Sonó Satania y tras ella Abracadabra, en la que a la voz de Zeta se sumaba la de Patricia Tapia; Astaroth, Pasen y beban, El cantar de la luna oscura, Hoy toca ser feliz o el archiconocido Hasta que el cuerpo aguante, además de La leyenda de La Mancha.

Luego volvieron a sonar las canciones de su último disco, Cadaveria, Vuela alto y La vida de O’Brian, con buen folk, partes más heavys y melodías pegadizas.

Desde mi cielo, de su disco Gaia II: la voz dormida, y Deja de llorar pusieron junto a Ilussia el punto y final al gran bloque de canciones presentadas en este concierto, pero lo mejor todavía estaba por venir con los bises.

Y es que los incondicionales de Mago de Oz echaban de menos algunos de los temas que han consagrado a esta banda dentro del rock español y tres de ellas llegaron al final. Primero fue La costa del silencio, a la que siguió la que sin duda es su canción más emblemática, Fiesta pagana, para concluir con Molinos de viento, que dejó el mejor sabor de boca a todos sus seguidores.