Afganistán confirma la muerte del líder de los talibanes, el mulá Omar

Agencias
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El jefe de la milicia insurgente, considerado uno de los terroristas más buscados del mundo, habría fallecido en 2013 en un hospital de Pakistán como consecuencia de una enfermedad

 
Durante años se había especulado con su muerte en numerosas ocasiones. Más aún teniendo en cuenta que no había sido visto en público desde 2001. Pero ayer pareció llegar la confirmación definitiva. El líder de los talibanes afganos, el mulá Omar, murió hace dos años en un hospital de Pakistán como consecuencia de una enfermedad que no ha sido precisada. Al menos, así lo manifestó la Inteligencia de Kabul, que zanjó las especulaciones surgidas en torno a la situación de uno de los terroristas más buscados del mundo y considerado un peligro internacional.
El Gobierno del país asiático manifestó que existía una confirmación de la propia milicia insurgente sobre el deceso y, por ello, lo anunció, ya que, insistió, cuenta con una «información creíble».
El diario paquistaní Express Tribune fue más allá y subrayó que Omar murió en 2013 por tuberculosis, citando a un miembro del consejo central talibán. «Ha sido enterrado en el lado afgano de la frontera», añadió. «El hijo del mulá Omar identificó el cuerpo de su padre», agregó, al tiempo que señaló que la cúpula del grupo terrorista ha convocado un encuentro para elegir a un nuevo líder, que podría ser, incluso, el primogénito del fallecido. 
El mulá, nacido en Kandahar, la segunda mayor ciudad de Afganistán en 1959 o 1960, según las fuentes, luchó en los años 80 contra las tropas soviéticas. Tras la caída del régimen comunista en 1992 comenzó una guerra civil en el país que, cuatro años después, llevó a los talibanes al poder, encabezados por Omar. 
Hasta 2001 presidió el Gobierno radical, tiempo durante el que impuso una interpretación radical de la legislación islámica, la sharia. Además, ofreció refugio al entonces líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden. 
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, los talibanes se negaron a entregar a Bin Laden a Estados Unidos, sentando las bases de su propio final: una coalición internacional liderada por EEUU entró en el país ese mismo año y puso fin al régimen extremista. Desde entonces, Omar estaba desaparecido. La Casa Blanca puso una recompensa de 10 millones de dólares por el líder terrorista, del que se sospechaba que se refugiaba en Pakistán. 
El pasado 15 de julio se había difundido un supuesto mensaje del mulá con motivo del fin del Ramadán, en el que daba un apoyo velado a las negociaciones de paz que comenzarán esta misma semana. 
De hecho, el Gobierno de Kabul confió en que con la desaparición del cabecilla, la insurgencia pueda estar más dispuesta a involucrarse en los diálogos y llamó «a todos los grupos armados a aprovechar la oportunidad y unirse al proceso de paz».