La fuerza del 'fatum'

David Casillas
-

La Orquesta Sinfónica de Ávila ofreció ayer un magnífico concierto, con la Sala Sinfónica de Lienzo Norte casi llena, con la interpretación de obras de Rossini, Mozart y Tchaikovsky

Orquesta Sinfónica de Ávila - Foto: David Castro

No hay quinto malo, asevera el sabio refranero popular, una máxima que bien puede aplicarse al concierto que ofreció ayer en el Lienzo Norte la Orquesta Sinfónica de Ávila, que suponía el número cinco de los interpretados en casa ante su público, porque este recital significó un escalón más en la calidad de un grupo de jóvenes intérpretes a los que hay que agradecer no sólo el regalo de su música, sino también el enorme trabajo y la dedicación que ponen para hacer posible un proyecto que es más complejo y exigente de lo que puede parecer en principio y al que vendrían muy bien, además de ser de justicia, más apoyos públicos y privados. El público, como en anteriores llamadas, sí que apoyó de nuevo el proyecto, respondiendo con generosidad y casi llenando la Sala Tomás Luis de Victoria.

Arrancó el concierto, con el director Andrés Salado dirigiendo por tercera vez la Sinfónica abulense (ya lo hizo el pasado verano y en la cita de Navidad de 2013), con la explosión de alegría y fuerza que significa la obertura de El barbero de Sevilla, de Rossini, un aperitivo muy sabroso –con la sorpresa de que la dirección de la orquesta fue delegada en el joven José Luis López Antón– que dio paso a un primer plato exquisito, el Concierto para violín número 5 del siempre genial y emocionante Mozart, que contó con el regalo añadido de escuchar como solista a una de las mejores violinistas españolas de momento, Leticia Moreno.

De segundo plato y postre, llenando la segunda mitad del espectáculo, disfrutó el público con la trágica y honda belleza de una pieza tan grande como es la Sinfonía número 4 de Tchaikovsky, un tema que puso el cierre brillante a un concierto redondo que, tal y como unos días antes había avanzado Andrés Salado, regaló «un despliegue musical muy potente, de locura».

Larga vida a la Orquesta Sinfónica de Ávila, porque se lo merece y porque es un lujo en absoluto trivial que con un coste básico es capaz de ofrecer grandes cosas a la ciudad que le da nombre y de la que espera, y debe, recibir más apoyos para que pueda mirar al futuro con optimismo. Larga vida y más apoyos… al menos para que tenga presupuesto para realizar programas de mano.