La Seccción de Epidemiología registró el año pasado 16 casos de tuberculosis en Avila provincia, una enfermedad causada por el bacilo de Koch y que se contagia, al igual que ocurre con la gripe, por ejemplo, «a través de la inhalación por parte de una persona sana de microscópicas gotas infectivas procedentes de una persona enferma de tuberculosis pulmonar o laríngea».
El que así lo explica a Diario de Ávila es el jefe de la Sección de Epidemiología, Ricardo Casas, que apunta que esos 16 casos de tuberculosis del año pasado suponen una tasa de incidencia de 9,32 casos por cada 100.000 habitantes (dos puntos menos que la tasa de 11,07 casos por cada 100.000 habitantes de los 19 casos contabilizados en 2014).
¿Son estas cifras aceptables?, le preguntamos para comenzar. «Lo ideal sería no tener ningún caso», responde. «La tasa de incidencia en los últimos años está descendiendo progresivamente en Ávila y en Castilla y León, al igual que sucede en el conjunto de España. Esto se debe a un mejor control de la enfermedad en Europa y en el mundo en general, si bien queda aún camino por recorrer».
Son cifras que, además, los profesionales sanitarios no etiquetarían en el caso de Ávila como un brote. «‘Brote’ es un concepto que en epidemiología admite varias definiciones», nos explica el doctor, «por un lado se considera ‘brote’ o ‘epidemia’ cuando existe un incremento significativo de casos en relación a los esperados». Pero a su vez apunta, «también llamamos brote a la aparición de dos o más casos de una misma enfermedad asociados por características de tiempo, lugar y persona (por ejemplo dos o más casos de tuberculosis en un aula de colegio), o a la aparición o reaparición de una enfermedad, problema o riesgo para la salud en una zona hasta ahora libre de ella, como el caso de difteria que hubo en Cataluña, así como a la presentación de uno o más casos de enfermedades importadas con capacidad de transmisión, como el ébola, o una intoxicación aguda colectiva imputable a una causa accidental o manipulación».
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