Fin de fiesta con cambios

Mayte Rodríguez
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La ermita de San Segundo estuvo inusualmente solitaria debido a las obras, que obligaron a trasladar la subasta de regalos a San Esteban y el concierto folk a San Francisco


Un espectáculo de fuegos artificiales puso fin este lunes por la noche a las celebraciones del día de San Segundo, cuyo programa de fiestas llevaba años sin incluir pirotecnia pese a que siempre es del agrado de los abulenses. Y en el año en el que ni la ermita dedicada al patrón de Ávila ni sus alrededores  han podido acoger ninguno de los actos festivos por encontrarse en obras el templo, la elección de la ribera del río Adaja como escenario de los fuegos artificiales fue un acertado guiño hacia esa bonita zona de la ciudad que cobra vida cada dos de mayo y que  en este  2016 permaneció excepcionalmente solitaria.
Precisamente por esta razón, los abulenses no pudieron cumplir con la tradición de pedirle al santo tres deseos introduciendo un pañuelo en el basamento del sepulcro de San Segundo situado en su templo. Así que este año no hubo colas en la ermita, donde los fieles solían esperar pacientemente su turno para  llevar a cabo ese antiguo rito. Lo que sí se celebró, aunque a las puertas de la ermita de San Esteban, fue la subasta de artículos donados a la Cofradía de San Segundo por parte de establecimientos comerciales, aunque con menor afluencia de público de lo habitual precisamente por el cambio de emplazamiento. Hornazos, vinos, corbatas, un cuadro de Santa Teresa de Jesús, ..., todo tipo de regalos fueron subastados. «Es algo tradicional más que lucrativo, una atención que la gente tiene con la cofradía» al donar los presentes, explicaba Miguel Gutiérrez, miembro de la junta directiva de la Cofradía de San Segundo y encargado de dirigir la puja mientras la dulzaina y el tamboril llevaban el sonido de la fiesta al lugar, en el que no faltaron curiosos y vecinos del barrio dispuestos a pujar.

 

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