La ilusión de Suárez Illana, en la Escuela de Otoño

I.Camarero Jiménez
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El hijo del ex presidente Adolfo Suárez se encargó de abrir la Escuela de Otoño que organiza la UCAV en colaboración con el diario La Razón sobre "La vigencia de la Constitución y oportunidad de reforma"

Despegó con fuerza la Escuela de Otoño que organiza la Universidad Católica de Ávila (UCAV) en colaboración con el diario La Razón. Con fuerza y con la ilusión de un invitado no esperado, Adolfo Suárez Illana con su cargo recién estrenado como presidente de la Fundación Concordia y Libertad. La ausencia por motivos de salud de Alfonso Ussía regaló a los abulenses, especialmente a los alumnos de la UCAV (aunque también a ciudadanos de a pie y a representantes institucionales y de la vida social de la ciudad que acudieron a esta cita), la intervención de un «ilusionado» Suárez Illana. 

Se encontró a gusto el hijo del ex presidente del Gobierno en la que «reconoce su tierra»  y aseguró que era un honor volver, máxime cuando la invitación venía de una universidad que su padre fundó con Antonio Cañizares, además de «un amigo» como es para él el director de La Razón, Francisco Marhuenda. Disertó de «la vigencia de la Constitución y de la oportunidad de su reforma», el título elegido para la Escuela de Otoño y lo hizo siempre con el recuerdo de su progenitor y desde los consejos que él le dio en vida. Iniciaba su intervención con un «mi padre me dijo que cuando tuviera un mensaje claro que dar no tuviera miedo a repetirlo» y ese mensaje era que «a la universidad se viene a aprender», a formarse, a aprender a contrastar.

Incidió en la necesidad de conocer nuestra historia, al igual que lo hizo la rectora de la UCAV, María del Rosario Sáez Yuguero, porque según ella muchos jóvenes no conocen la historia de España. Quizá por ello Suárez Illana se paró en capítulos tan importantes como el ascenso al trono de Isabel La Católica, pero también en La Transición que su padre protagonizó y por la que dijo «asombramos al mundo». Aquella «concordia que fue posible» y en la que se gestó la Constitución porque se fijaron objetivos comunes, con no pocos sacrificios personales y el abandono de intereses particulares «que son legítimos», recordaba. Defendió los 40 años de paz que otorgó a España la Constitución «de concordia, libertad y prosperidad compartida». La necesidad de su cambio es posible, no lo dudaba pero nunca proponiendo el cambio desde el odio o imponiendo, eso no. Tampoco utilizando una reforma constitucional como arma electoral.

Vista la situación actual estimaba que la libertad y la concordia están amenazadas «pero eso no es lo importante, lo importante es la capacidad de respuesta ante la amenaza». En este caso si hay que cambiar la Constitución debe hacerse «pero cuando se quiere una reforma primero hay que pactarla» y luego proponerla al pueblo. Se trata en definitiva de «aprender y encarar el futuro y las reformas» un futuro en el que nadie puede estar al margen, manifestaba convencido de que «es posible el renacer de la concordia» y en ese punto trayendo hasta el centro de congresos la «solemnidad» de las palabras de su padre hizo propio aquello de «puedo prometer y prometo» a lo que añadió que a ello (al renacer de la concordia) voy a dedicar el resto de mi vida. Lo que le granjeó un larguísimo aplauso que casi enmudeció al resto de los intervinientes en la inauguración, entre ellos a una rectora que cuando habló fue para recordar que «el objetivo de la universidad es formar líderes», líderes que necesita actualmente el país, decía Sáez Yuguero.