«Los grandes libros, como el Quijote, nos acompañan a lo largo de toda la vida»

David Casillas
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El escritor leonés Andrés Trapiello participó el lunes en el ciclo 'Literarios 2014'

«Los grandes libros, como el Quijote, nos acompañan a lo largo de toda la vida»

El escritor leonés Andrés Trapiello pasó ayer por el ciclo ‘Literarios 2014’ de la Fundación Caja de Ávila para defender con excelentes y autorizados argumentos su convencimiento, compartido por muchos lectores, de que «El Quijote no acaba nunca», un canto a la literatura de verdad y una reivindicación de la mejor novela de la Historia que realizó coincidiendo con la publicación de la segunda parte de su continuación de la magna obra cervantina, El final de Sancho y otras suertes, que llega a las librerías diez años después de la primera, Al morir don Quijote.

Seguro de que «los grandes libros, como el Quijote, no se agotan en una lectura sino que nos acompañan a lo largo de toda la vida», Trapiello afirmó que «en cierto modo los lectores de Cervantes hemos enloquecido un poco con las lecturas de don Quijote y de Sancho, y la necesidad de prolongar un libro que nos gusta es comprensible porque a todos los que hemos leído un libro que nos ha marcado, que nos ha conmovido, nos ocurre que no queremos llegar al final, y cuando llegamos lo hacemos con cierto desespero».

Su idea de continuar el Quijote, explicó el autor leonés, «no era hacer un apócrifo como Avellaneda, cuyos personajes son unas figuras muy toscas, muy groseras, que no tienen nada de la gracia de los verdaderos», sino «hacer un libro en donde los personajes del Quijote se celebrasen a sí mismos y celebraran el sentido cervantino de la obra, que no es otro que el de la compasión».

La primera parte, explicó, «era más estática, yo estaba muy asustado porque no es fácil medirse a Cervantes y porque todo el que lo ha hecho ha salido malparado, pero la última es mucho más quijotesca y mucho más cervantina que la primera, porque es más divertida, estoy más tranquilo con la lengua y me he preocupado de mandar a los personajes a mil aventuras, van a América, les cuesta embarcarse, pasan muchas dificultades y siempre en pos de una verdad que es la del Quijote: averiguar quiénes son ellos». Además, la obra regala el «arranque fantástico» de que Sancho aprende a leer en quince días y en quince días lee los dos tomos de Cervantes», y luego continúa «en el mismo tono que Cervantes, buscando que el lector se divierta, se melancolice, llore...».

Reconoció Trapiello que ha pensado «muchas veces» qué pensaría Cervantes de su apuesta por revivir a sus personajes, a lo que añadió que «creo que lo hubiese mirado con simpatía, no por lo que tenga de meritorio o de bueno, sino simplemente porque descubriría el sentimiento con el que los libros se han escrito, que es enteramente a favor de él, es decir, son libros que intentan comprender a alguien que sobrellevó todo lo que tuvo con una enorme presencia de ánimo, y aunque la vida le trató muy mal nunca levantó un falso testimonio contra ella». Y eso, añadió el ponente, «es lo que yo he intentado todo el tiempo subrayar, que no sean libros que carguen sobre el lector las miserias del mundo sino al contrario, que sean libros joviales sin renunciar a la parte más sombría de la vida, que sean libros que, como los de Cervantes, alegren el corazón de las gentes sin engañarles, sin equivocarles, sin darles gato por liebre... quiero pensar que Cervantes vería bien esto y lo agradecería, porque de lo que me he ocupado es de seguir dando vida a los personajes y Cervantes donde había vida se sentía muy a gusto».