Óptica humanitaria

José Manuel Maíz
-

Miriam Portero e Inma Hernández, dos integrantes de Alain Afflelou Óptico en Ávila, participaron por segundo año consecutivo en la caravana solidaria El Desierto de los Niños, que se desarrolló en Marruecos

Dicen que «segundas partes nunca fueron buenas» pero eso no lo debieron de pensar Miriam Portero e Inma Hernández, integrantes del equipo de Alain Afllelou Óptico en Ávila, cuando por segundo año consecutivo se embarcaron en la aventura solidaria El Desierto de los Niños. Y lo cierto es que esta máxima no se ha cumplido en absoluto, y si la experiencia fue «increíble» el año pasado, en esta ocasión ha superado todas las expectativas y su labor, formando parte del equipo que este año enviaba la Fundación Alain Afflelou a la expedición, ha permitido que se superaran todos los récords de ediciones anteriores, realizando revisiones a cerca de 800 personas y entregando casi 500 gafas graduadas en poblados muy desfavorecidos de Marruecos.

El Desierto de los Niños, que cumplía su 11ª edición este año, se desarrolló desde el 27 de marzo hasta el 3 de abril, con salida de Tánger y culminando el recorrido en Melilla.

Esta iniciativa, impulsada por Nacho Salvador y Federico Granda, dos enamorados de Marruecos, no ha dejado de crecer desde sus inicios. En esta oportunidad, la caravana estaba integrada por 60 vehículos con 200 personas, encabezada por los Hyundai ix35, Santa Fe, Grand Santa Fe, la furgoneta H1 Travel y el camión Aquarius, que repartieron ilusión en forma de material de todo tipo a lo largo de un recorrido de 3.000 kilómetros durísimos por Marruecos. En esta aventura, al componente turístico y cultural que permite a familias españolas, muchas de ellas con niños de entre 5 y 16 años, acercarse a poblados del interior de Marruecos, los más desfavorecidos, y compartir con sus gentes, y especialmente con sus niños, esta vivencia, se ha unido un elemento solidario que es la esencia de esta experiencia.

Este hecho permite que esa caravana solidaria comparta con esas poblaciones material básico para vivir y educativo y de ocio, fundamentalmente destinado a los niños, y también se ha convertido en una óptica ambulante.

La Fundación Alain Afllelou desplazó en esta ocasión a diez embajadores (Isabelle Arnaud, en representación de la Fundación Alain Afflelou, y nueve ópticos, Alfonso Cano (Dos Hermanas, Sevilla), Patricia Cortes y Gema Pilar España (Valencia), Lydia García (Málaga), Lidia Cobas (Santander), Adrián Castillo (Cartaya, Huelva), Raquel Redondo (Badajoz) y Miriam Portero e Inma Hernández (Ávila). Estas dos abulenses ya tuvieron la oportunidad de vivir esta experiencia el año pasado, y éste no dudaron en sumarse de nuevo a ella. Y si en 2014 un equipo de cuatro personas fue capaz de realizar más de 500 graduaciones, en esta ocasión, y gracias a que se han redoblando esfuerzos, efectuaron 793 graduaciones (399 a niños) tras las que se entregarán 472 gafas graduadas (137 a niños y 335 a adultos) a personas de cuatro poblaciones (Fezzou, El Begga, Erfoud y Tamaarkite).

Además, la firma óptica entregó cerca de 500 gafas de sol, un artículo de primera necesidad para los habitantes de Marruecos debido a la constante exposición al sol y los problemas de salud visual que esto genera. De esta forma, los profesionales de las ópticas quisieron poner su granito de arena y contrarrestar los abundantes casos de cataratas, edemas corneales o pterigión tan comunes en la zona.

«Las jornadas son maratonianas -explican Miriam e Inma-. Llegas a los poblados y allí somos recibidos como auténticos héroes. Este año, por ejemplo, era la primera vez que se iba a Tamaarkite, y allí nos hicieron un recibimiento por todo lo alto, declarando el día festivo, con aplausos y pancartas». Era la primera vez que este poblado recibía a alguien en misión humanitaria. Luego llega la hora de trabajar. A un ritmo frenético, pero realizando una tarea escrupulosa. Nadie que lo deseó se quedó sin graduar en ninguna de las cuatro poblaciones a las que se acercaron. «Al final, lo más gratificante de todo es ver que personas que nunca se habían planteado llevar gafas, y que no sabían lo que era vivir viendo mínimamente lo que tienen a su alrededor, en el momento que les gradúas y les pones unas gafas, les cambia la cara… y la vida», afirman, «y si eso le ocurre a un niño, la experiencia aún es más gratificante».

Pese a ello se tienen que enfrentar a personas que tienen graves problemas de visión que no se solucionan con una gafa, pero cualquier mejora es agradecida, y en esos casos «la única esperanza es que lleguen otras caravanas médicas que palíen esos problemas, en un país donde el acceso a la sanidad pública no está al alcance de todos, y menos en poblados ubicados en el desierto, en mitad de la nada», precisan.

A la labor solidaria de la Fundación Alain Afflelou se une la acción social que desarrollan todos los integrantes de la caravana. En esta undécima edición, la caravana de El Desierto de los Niños visitó en su camino un buen número de escuelas y asociaciones en las que los propios niños españoles, ayudados por los niños marroquíes, fueron los encargados de entregar el material que se iba donando en cada localidad. La primera cita solidaria fue en Fezzou, lugar que El Desierto de los Niños ya visitó hace dos años, y cuyas acciones se coordinan con su activa asociación local. Un día después, la parada era doble. Primero se pasaba por Ouzina, donde se inauguraba el Centro Multifunción que la Asociación Desierto Niños ha construido en esa localidad y cuya primera piedra se colocó en la edición de 2010. Inaugurado el centro, toda la caravana volvía a ponerse en marcha para visitar la pequeña población de El Begga, donde se repartió parte del material. Además, en El Begga se visitaron las conocidas como ‘Cuevas del Tiburón’, agujeros excavados casi a mano en un estrato de arenisca cercano a la localidad, donde los habitantes del pueblo encuentran dientes de animales prehistóricos que venden a los turistas y que son su principal medio de subsistencia. Así, los niños que acompañan a la expedición pudieron comprobar de primera mano las difíciles condiciones de trabajo para buscar unos «recuerdos» que luego pueden comprar por unos pocos euros.

La parada en Erfoud se realizó en la escuela que la Asociación Desierto Niños tiene en esa localidad para niños con discapacidad intelectual y que lleva funcionando desde finales del año pasado. Y como colofón, se visitó el pueblo de Tamaarkite, en una más que emotiva ceremonia, como comentaban anteriormente Miriam Portero e Inma Hernández, en la que los niños de la localidad recibieron con todos los honores a los miembros de la caravana de El Desierto de los Niños que se desplazaron a este lugar. En este poblado llevará a cabo la Asociación Desierto de los Niños su próxima acción social, rehabilitando la guardería. Ytambién habilitará un transporte para que todos los niños con discapacidad intelectual del palmeral que rodea a Erfoud puedan ir a su escuela.

Tras esta segunda experiencia, Miriam e Inma lo tienen claro: «Queremos repetir». Habrá que esperar a la próxima Semana Santa para ver si esa ilusión se hace realidad.