«La sociedad nos obliga a ser eternamente jóvenes»

JAVIER D. BAZAGA (SPC)
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La actriz y escritora recoge en su última novela un «canto de amor a la vejez»

María Manuera había fallecido hacía dos años, pero su nombre figuraba como autora de la novela Quiéreme siempre (Planeta), presentada al Premio Azorín 2018. Fue el pseudónimo que utilizó la actriz y escritora Nuria Gago, y el nombre de su abuela, a quien quiso rendir homenaje en este «canto de amor a la vejez».

Dos mujeres, una de 86 años y otra de 34, se ven obligadas a convivir. La mayor está volcada en el cuidado de su hermana con alzhéimer, y la otra es forzada a volver de París a su Barcelona natal tras su ruptura con el novio. Ambas escriben una partitura sobre la vida, el amor y el olvido, rodeadas de humor y ternura.

¿Qué ha querido contarnos en esta historia?

Quiéreme siempre habla de que cuando te rodeas de la gente adecuada tienes mucho más valor para tomar decisiones importantes. De ir un poco más allá, mirar hacia dentro y ser responsable con lo que de verdad sientes, quieres y debes hacer. Cuando la gente adecuada está a tu alrededor da menos miedo. Y a la vez es un libro que habla de la amistad de forma incondicional. Es un canto de amor a la vejez y una historia de amistad entre una mujer de 34 años y otra de 86.

¿También mejora como persona cuando se rodea de la gente adecuada?

Mejoras como persona en el momento en que eres consciente de lo que te pasa, lo asumes y lo trabajas. Lo importante es que cuando estás rodeada de la gente adecuada sabes que cuando fracases va a doler menos porque alguien te va a cuidar, vas a estar acompañada, vas a poder hablar de ello y vas a poder compartirlo. Nadie se va a alegrar de ese fracaso, van a aliviar ese dolor. Cuando uno sabe que tiene una red saludable a su alrededor es más valiente.

Todo el que escribe vuelca vivencias y experiencias. ¿Qué hay de autobiográfico en esta novela?

Lo que hay de mí en esta novela, sin ser autobiográfica porque no lo es, es la relación muy divertida y muy profunda que tenía con mi abuela. Me sorprende mucho lo al margen que se mantiene hoy en día a la gente mayor en nuestra sociedad. El poco lugar que se les deja ocupar a pesar de ser ciudadanos de derecho. Es algo que me enfada y me entristece.

¿Cree que tenemos apartados a nuestros mayores?

Sí, ¿tú no? Si supieras la cantidad de ancianos que mueren solos en sus casas, es alucinante. Hay mucha gente que sufre una profunda soledad a partir de una edad en la que se vuelven vulnerables y dependientes.

¿Cómo cree que podrían participar más?

Lo importante es que empecemos a incorporarlos y dejemos de mirar el teléfono móvil. Pueden participar de muchas maneras, pero vamos tan rápido que nuestro ritmo frenético no les permite hacerlo casi de ninguna forma. Es como cuando llegas a una autopista a la que intentas entrar pero todo el mundo va muy rápido y tu ritmo por naturaleza es otro.

Ellos podrían formar parte activa si nosotros trabajáramos la paciencia y levantáramos la cabeza de las pantallas.

Presentó esta novela al Premio Azorín con un pseudónimo.

Era el nombre de mi abuela, María Manuera. La novela es un homenaje a ella y el Azorín llegó en el día de su cumpleaños.

Pero no lo pudo disfrutar.

Bueno, desde algún lugar. Me parece demasiada casualidad todo.

¿Cómo se forja esa relación entre las dos protagonistas?

Se ven forzadas a convivir por circunstancias ajenas a ambas y sin quererlo ninguna de las dos. Es ahí donde todo cambia.

Ahí se empiezan a plantear muchas cosas que antes parecerían evidentes para una, y del pasado para otra. ¿Cómo llegan a esa situación?

Nuestro error es pensar que a una persona mayor ya solo le queda esperar, que lo ha vivido todo. Pero le quedan cosas por sentir, por vivir, miedos que superar. Una persona mayor se enfrenta al desenlace, a la desaparición de sus amistades, y son gente que sigue construyendo su camino. Cuando les negamos ese espacio, les infrautilizamos y les convertimos en bebés mayores. Por eso es tan natural que ellas tengan cierto tipo de conversaciones y compartan tantas cosas. Son lo mismo pero con diferente edad.

Siempre digo que la diferencia que había entre mi abuela y yo era el rato que podíamos estar de pie sin sujetarnos a algo, pero mi abuela tenía el mismo sentido del humor que yo, o más según en qué momentos. Podíamos hablar de todos los temas. Dejó su pueblo natal para empezar de cero en Barcelona, se integró, fue feliz, y cuando el mundo empezó a cambiar tan rápido hace 10 años se adaptaba a todo porque era más inteligente que nosotros. Cuando todo va tan rápido no luchan contra eso, se adaptan e intentan entender, y para mí la verdadera inteligencia emocional es eso.

El personaje de Lu, de 34 años, se plantea si ha hecho todo lo que tenía que haber logrado a esa edad, se pregunta por su éxito o fracaso.

Se plantea lo que nos plantea la sociedad continuamente. ¿Qué quieres? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Lo has logrado? Desde que estamos estudiando nos dicen si Ciencias o Letras, y yo no sé lo que me va a hacer feliz. No puedo saber qué carrera me va a hacer feliz pero te obligan a decidir. Nos ponen decisiones así desde pequeños, y todo ya en vez de dejar que los anillos de la ilusión vayan apareciendo.

¿Es por eso que es actriz y escritora? ¿No se decidía por una de las dos?

No hay que renunciar a nada. Las dos. Soy escritora y actriz. Las dos me gustan y las dos me llenan.

¿Qué nos da más miedo la soledad o la vejez?

Nos asustan las dos cosas porque no nos están preparando a envejecer. La sociedad nos obliga a ser eternamente jóvenes y atractivos para ser válidos, pero no nos debería dar miedo envejecer, nos debería dar miedo morirnos.

Una de sus señas de identidad es el feminismo, ¿cómo se manifiesta en esta novela?

Dándole un lugar importante a la mujer en la Historia. Siendo ella el centro de la trama, conviviendo con personajes masculinos y femeninos con igual armonía e igual comprensión pero hablando de mujeres. Con igualdad, sin más.

Es un libro muy reivindicativo, el amor a la vejez, a la mujer como protagonista y también mayor visibilidad para una enfermedad como el Alzheimer.

Vi en mi abuela la desaparición. Físicamente estaba pero a nivel cognitivo había momentos profundamente dolorosos. Y, aunque insisto en que no es una historia autobiográfica, lo he tenido cerca y apareció el personaje de la hermana que tenía Alzheimer. No quería poner en la protagonista ningún tipo de demencia más allá de la que pudiera tener por la edad.

En ese momento una amiga me habló del documental Alive Inside, que habla de gente que tiene problemas de demencia y discapacidad intelectual a las que con canciones esas personas se comunican, se ríen, bailan...

Me dio mucha pena no haber tenido esa información para poder aliviar momentos de desconcierto con mi abuela. Me hubiera encantado tener esa información. Entonces hablé con un neurólogo que me dijo lo importante que era la música para eso y decidí que sería parte de la trama de mi libro. Quiero que esa información llegue. Di con una músicoterapeuta, Mónica de Castro, que me ha orientado durante toda la novela porque lo que hace esta mujer es increíble. Me habló de que hay lugares donde se practica y empecé a ver que es una realidad. Si hubiera medios y recursos esto podría ocurrir. De hecho en el libro propongo hacer tu propio mapa musical para que el lector pueda rehacer su vida por si en un momento determinado necesita recurrir a esas canciones como un camino de vuelta hacia uno mismo. Y se alivia el dolor.

Esta es su segunda novela y viene con distinción. ¿Qué supone el Premio Azorín?

Es como una fiesta sorpresa con 1.500 invitados y que no me esperaba. Ha sido una de las épocas más felices de mi vida, esto me va a acompañar siempre. Siento una gratitud y felicidad que no sé cómo expresar. Supone una palmadita en el hombro y un «bienvenida».

¿Cómo descubrió su afición a la escritura?

Es algo que me ha acompañado siempre. Estudié arte dramático y es una carrera en la que tienes que leer muchísimo para la preparación de cada personaje, cómo era la vida del momento, la historia política.

Yo tenía prohibida la televisión de pequeña en mi casa. Mi madre me llevaba a la biblioteca, veía por la noche el Un, dos, tres, los sábados los dibujos y los domingos una peli, pero hasta la adolescencia tuve muy controlada la televisión que consumía. Era un peñazo pero ahora lo agradezco. Soy hija única y en casa leía libros y cómics.

En cuanto a la interpretación, ¿hay algún proyecto a la vista?

Sí. Viajo a Barcelona porque empiezo con los ensayos de Mira lo que has hecho, la serie de Berto Romero para Movistar+. Me apetece mucho, me parece una gamberrada muy inteligente. Y luego tengo una película, conferencias con el libro... Se abre una puerta muy interesante.

Terminamos con una de las dudas que plantea en la novela, y es si a su edad está satisfecha con lo que ha conseguido.

Estoy satisfecha porque sé de las dificultades de las que vengo. Estoy muy contenta de donde estoy.