LA celebración de Pentecostés se vivió de una manera muy especial en el Valle del Tiétar. Quizás con una afluencia algo menor que en años anteriores, miles de personas volvieron a sumarse a la tradicional y popular romería del Cristo de la Luz, para muchos conocida como el Rocío de Castilla y León, que completó el camino que une las poblaciones de Lanzahíta y Hontanares, anejo de Arenas de San Pedro.

Ya fuera a pie, a lomos de los alrededor de 250 caballos o en carretas, los romeros devotos del Cristo de La Luz cumplieron con creces con una tradición de siglos que logra altas cotas de espectáculo y que sigue atrayendo a un buen número de fieles y curiosos de la comarca, la provincia y de las comunidades próximas, Castilla-La Mancha y Extremadura. No en vano esta romería pasa por ser la más antigua de Castilla y León, al remontarse al siglo XII. Hace unos veinte años se impulsó de forma decidida y en el año 2001 fue declarada de Interés Turístico Regional por la Junta de Castilla y León.

Este domingo la climatología respetó y las escenas se repitieron en una fiesta que ha sabido pasar de generación en generación respetando sus señas de identidad, con los lógicos cambios que trae el paso del tiempo. Los romeros partieron por la mañana de Lanzahíta, no sin antes recibir la bendición junto al cirio del Cristo en la puerta de la iglesia.

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