«Los partidos en España seleccionan a su gente siempre en corral cerrado»

David Casillas
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Entrevista a Joaquín Leguina, escritor y expolítico del PSOE

JoaquínLeguina, en la presentación de uno de sus libros en Ávila. - Foto: Archivo (A.B.)

Joaquín Leguina, intelectual que durante varios años anduvo metido de lleno en la alta política (ocupó, entre otros cargos, el de presidente de la Comunidad de Madrid de 1983 a 1995), escritor con muchos y buenos libros publicados durante y después de esa dedicación a la res pública, estará esta tarde en Ávila (Cámara de Comercio, 20,00 horas) para presentar el libro Impostores y otros artistas (editorial Cálamo), un acto que se incluye dentro del ciclo ‘Encuentros de cultura y empresa’ que el Ayuntamiento y la Cámara han organizado para abrir en esta ciudad nuevos cauces de reflexión sobre la cultura, la política y la economía.

¿Ha elegido para este libro el título sólo por hacer una ironía o porque tiene algo de cierto esa identificación entre impostores y artistas?

La elección del título es porque meter a los impostores en el grupo de los artistas tiene algo de cierto, pero teniendo muy claro que la ironía tiene la ventaja de que habla de cosas que pudieran ser verdad... lo sean o no.

¿Acaso hay impostores que son verdaderos artistas?

¿Artistas en su impostura? Desde luego que hay muchos que lo son, y yo pongo unos cuantos casos verdaderamente admirables desde el punto de vista del arte de la simulación.

¿Hay en España mucha gente especializada en engañar a quien se le pone delante?

Churchill sostenía que se puede engañar a todos algún tiempo pero no a todos todo el tiempo, y yo creo que al final a todos los impostores se les pilla, aunque a algunos no hasta después de muertos. Hay muchos casos de imposturas, y yo en el libro añado a los típicos impostores, que son los que se hacen pasar por otros en el sentido estricto, otra gente que se hace pasar por lista siendo tonta y así sucesivamente. Pero aunque el título se centre en ello, hablo también de otras cosas en el libro.

Cuéntenos

Bueno, pues hay una primera parte que trata sobre libros, hablo también de cine y de asuntos curiosos, porque en el fondo es un libro lleno de curiosidades, es una ensaladilla rusa porque tiene muchos componentes, y espero que sea tan sabroso como una buena ensaladilla.

¿Sabrosa en el sentido de divertida y también de aprovechable?

Exactamente, divertida, alimenticia y con gracia, y además sana porque no engorda nada.

Publicó usted hace unos años un ensayo que tituló Malvadas y virtuosas. Mujeres inquietantes, tiene este nuevo libro algún paralelismo con aquel.

No, para nada. Este libro son hojas volanderas que yo había escrito de forma independiente, algunos con una finalidad concreta pero que no fueron publicados y otros sin ninguna finalidad, por puro divertimento del autor. Ahora las he recopilado y creo que ha quedado un libro divertido.

Viene a presentar su libro a un encuentro que se llama ‘Encuentros de Cultura y Empresa’, ¿qué ofrece su libro en ese marco que incluye la economía?

Siempre es bueno leer libros que a uno le entretengan, porque no todo es producir, hay que tener otras perspectivas.

Volviendo al tema de los impostores, ¿es difícil desenmascararles y ponerles en su sitio?

Yo creo que es una labor civil denunciar las imposturas, pero no es fácil acabar con ellas.

¿Quizás porque sirve de poco denunciarlas?

Las imposturas se mantienen  porque, como dice una ley física, nada se crea o se destruye, todo se transforma; es decir, las imposturas se transforman y los impostores nacen, crecen, se desarrollan, se reproducen, mueren, y siempre andan por ahí.

¿Cree que hay algún impostor respetable?

No los hay. Si hablamos de forma figurada puede que sí, pero yo creo que en el sentido estricto no, porque la impostura no es otra cosa que un engaño, y como tal hay que denunciarlo.

¿Es en la política donde más impostores se cuentan?

En el sentido estricto no, en el sentido general sí hay muchos, y lo digo sobre todo por la gente que dice que va a hacer una cosa y luego hace la contraria, gente que se disfraza de izquierdas y no es nada de izquierdas, o gente que tiene creencias autoritarias y dice que es más demócrata que nadie; en fin, que hay de todo.

Cuando habla de gente que dice que es de izquierdas sin serlo, ¿está mirando sólo al PSOE o también a otras formaciones?

Alguno en el PSOE sí que hay, por suerte no todos, pero algunos se creen que son de izquierdas porque están contra la Iglesia católica y a favor de las desaladoras, y,  a mi modo de ver, no tiene que ver ni lo uno ni lo otro con ser de izquierdas.

¿Quizás el problema es que los políticos actuales prefieren ser ‘políticamente correctos’ antes que decir lo que realmente piensan?

En la izquierda hay ese vicio, sí; y en la derecha desgraciadamente también, porque el disfraz está muy de moda.

¿Siempre es Carnaval en ese aspecto?

No diría yo que Carnaval, porque por lo menos el Carnaval suele ser divertido y esto no lo es.

¿Sigue vinculado a la política en el PSOE o ahora ve los toros sólo desde la barrera?

Yo sigo vinculado a la política desde el punto de vista intelectual y tengo muchos amigos en el PSOE y fuera, pero como político institucional hace ya mucho tiempo que lo dejé.

¿Y no tiene tentaciones de volver?

No, no tengo ninguna.

Así las cosas, ¿usted ahora mismo vale más por lo que calla o por lo que cuenta?

Uno vale por lo que cuenta, no por lo que calla, porque el que calla otorga, y aunque hay silencios muy sonoros yo nunca seré de esos; siempre prefiero, como dicen los castizos, largar antes que callarme.

¿En política hay algún nombre que envenene sus sueños o ya no queda nadie?

(Silencio) No, en mis sueños sólo puede entrar alguna señora.

Por cierto, creo que en el libro habla usted de la impresión que le supuso ver en vivo y en directo la pantorrilla de Marlene Dietrich.

Sí, fue algo inolvidable; Marlene Dietrich tenía unas piernas maravillosas aunque ya andaba en la sesentena cuando yo la vi; era una mujer esencialmente buena en los dos sentidos de la palabra, el de estar y el de ser, una mujer muy atractiva, por supuesto, pero también valiente y buena persona.

Volviendo a la política, ¿qué  falta a muchos de los que la ejercen ahora en España, valentía, lucidez, validez, honestidad…?

Yo creo que el problema de la política española es que hay una cierta degradación de la calidad media del personal que se dedica a ella, por razones que tienen que ver con cómo seleccionan los partidos en España a su gente, que lo hacen siempre en corral cerrado. En este momento una parte sustancial de los dirigentes de los partidos no ha trabajado en su vida fuera de los partidos, y eso es muy malo, cierra mucho la visión del mundo porque evidentemente la realidad social no se puede palpar en círculo cerrado, hay que abrir las puertas y trabajar fuera.

¿Hay atisbos de apertura en ese sentido o se mantiene el vicio?

Yo creo que los partidos son muy endogámicos y muy sordos a la vez respecto a abrirse. PP y PSOE tendrían que pactar una gran ley de partidos para oxigenarse a sí mismos y que la política se oxigenara, porque esta endogamia es malísima.

¿Y eso es sólo una esperanza suya o cree que puede llegar a ser una realidad?

Hombre, otras cosas las imitamos y en este caso podríamos importar la ley de partidos que existe en Alemania, sin ir más lejos. No es tan difícil ni hay mucho que inventar, porque en la ingeniería social lo mejor es copiar algo que está acreditado ya que funciona bien, lo mejor es aprender en cabeza ajena.