"La clave del éxito para España está en la innovación"

CARLOS CUESTA (SPC)
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El expresidente de Vueling y OHL sostiene en su último libro, 'El mundo que nos viene', que para entender mejor el mundo, hay que conocer a fondo los mapas

La mayoría de los españoles recuerda a Josep Piqué (Barcelona 1955), de su época como ministro de Asuntos Exteriores y de Ciencia y Tecnología en diversos gobiernos del Partido Popular, entre 1996 y 2003. Tras su salida de la política, ejerció como presidente de Vueling y hasta 2016 fue consejero delegado y vicepresidente de la constructora OHL. Se trata de una de las mentes políticas más brillantes que ha tenido España en las últimas décadas y que regresa a la actualidad con la publicación del libro El mundo que nos viene (Ed. Deusto), en el que sostiene que para entender mejor el mundo hay que conocer a fondo los mapas.

 

Lo primero que me sorprende al leer su última obra es que, para usted, el centro económico mundial ya no está en Europa ni en Estados Unidos, sino en Asia y, muy concretamente, en el estrecho de Malaca.

Europa dejó de ser el centro de gravedad cuando terminó la Primera Guerra Mundial, lo que pasa es que estamos tan acostumbrados a ver el mapamundi con el meridiano de Greenwich en el centro que nos ha costado aceptar esta realidad. El peso del Pacífico se ha hecho fundamental y, en concreto, el estrecho de Malaca, que es un paso esencial entre los océanos Pacífico e Índico y en esa zona se concentra ya más de la mitad de la producción mundial, se mueve un tercio del comercio internacional, el 55% del PIB global y donde reside el 70% de la población. 

¿Hasta qué punto la UE aún puede unirse a este mercado asiático?

Para seguir siendo relevantes en el contexto internacional no lo podemos hacer por separado. Se suele decir en Bruselas que Europa se divide entre los países pequeños y los que todavía no se han dado cuenta de que son pequeños, en alusión a Alemania. La única respuesta posible de éxito es la integración en un proyecto político y compartido.

Sí, pero hay países en el bloque que parece que cuando se habla de más integración siempre ponen el freno.

Es cierto, hoy la mayoría de los Estados de la Unión son euroescépticos o contrarios a políticas de cesión de soberanía. Por eso, la clave del éxito para España, y también para Portugal, está en un modelo económico basado en la innovación, apoyado en una política de cohesión y siendo más y proactivos que hasta ahora.

¿La apuestas por el proteccionismo y el nacionalismo de países como Estados Unidos pueden hacer algo contra un mercado sin fronteras?

Se está produciendo un repliegue del mundo anglosajón tanto en el caso del Reino Unido con el Brexit como en EEUU. Estamos viviendo una ruptura de una política exterior tradicional iniciada al final de la Segunda Guerra Mundial, orientada a favorecer el libre comercio y los valores occidentales hacia el resto del mundo. La Administración Trump ha tomado múltiples decisiones en ese sentido como, por ejemplo, no ratificar el Tratado del Transpacífico, romper las negociaciones del Tratado Transatlántico, poner en cuestión el Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, salir del Pacto Climático de París, abandonar la Unesco, salirse del Pacto Internacional con Irán. Ésto complica las relaciones entre Washington y Bruselas y es perjudicial. 

¿Es posible una guerra comercial entre EEUU y China? 

Hay muchos incentivos para que Estados Unidos y China no entren en una guerra comercial plena puesto que las pérdidas de ambos serían inmediatas. En este sentido, Europa puede cubrir los vacíos que se deriven de esa escalada y, de hecho, se han tomado ya pasos en esa dirección como, por ejemplo, los tratados de libre comercio con Canadá, Japón, México o Chile. 

Pone como ejemplo a China en la conquista del nuevo mercado

Lo que hace China es muy notable. Si uno mira a las cifras de ingenieros de todo tipo que salen de sus universidades verá que triplican a los de las universidades norteamericanas. El gigante asiático ha decidido que quiere recuperar el liderazgo histórico que siempre ha tenido, salvo en los últimos 150 años y lo hará.

En otro escenario, ¿cree que la tensión entre EEUU y Corea se ha solucionado tras el encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un?

Soy escéptico respecto a que esas negociaciones puedan terminar en un proceso real de desnuclearización porque la nuclearización de Corea del Norte es vista por su presidente como la garantía de la pervivencia de su régimen y, por lo tanto, es difícil que salga adelante. En la reunión de Singapur lo que ha habido es una serie de puntos relativos a buenos propósitos, pero con escasos efectos prácticos. Y no hay que olvidar que detrás de todo esto está China que no tiene el menor interés en que se pueda producir en el futuro una reunificación de las dos Coreas puesto que eso significaría que un país aliado como Estados Unidos tendría frontera directa con China que prefiere tener un Estado tapón.

¿Son ciertas las acusaciones a Rusia de involucraciones con la ciberguerra, la manipulación de las redes sociales y su intromisión en campañas políticas en Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania o, incluso, en Cataluña?

Hay que mirar los mapas a fondo para entender el estado actual del planeta y revisar la Historia porque siempre vuelve. Rusia, a lo igual que el Reino Unido, siempre ha estado interesada en una Europa débil. Londres para que no existiera ninguna potencia hegemónica que pudiera invadirla y Moscú ha tratado de debilitarla siempre, porque le ayuda a reforzar su percepción de seguridad interna ya que se sienten amenazados por lo que ha sido la expansión de la amenaza atlántica. 

¿Qué papel de liderazgo económico futuro le atribuye a Rusia?

Obama definió a Rusia como una potencia regional y no como una potencia global. Su PIB es prácticamente como el de Italia y un poco superior al de España, su demografía es muy baja con 135 millones de personas y su economía es muy poco sofisticada basada en las exportaciones de hidrocarburos. Su mayor fortaleza es su potencial militar. 

En Europa tenemos también nuestra crisis particular con el Brexit. ¿Qué consecuencias augura?

Estoy convencido de que va a ser más perjudicial para el Reino Unido que para la UE y va a depender, además, de cómo se desarrollen las negociaciones. Pero, para la Unión, el impacto crítico es muy serio porque hasta ahora estábamos acostumbrados a que el proceso de integración pareciera irreversible y siempre creciente hasta llegar a ser 28. Ahora, estamos viendo que la Historia puede volver hacia atrás y, por lo tanto, que los países escépticos, contrarios a avanzar, puedan ver el Brexit como un precedente y seguir su ejemplo. Por eso, es muy importante transmitir la idea de que salir de la UE sale caro y que fuera hace bastante frío.

Otro de los conflictos que parecen no tener fin es el de Oriente Medio. ¿Cree que las próximas décadas seguirán tan inestables como ahora?

Lamentablemente, poco se prevé que vaya a cambiar. Es de una enorme complejidad. Occidente ha cometido graves errores de interpretación en muchos de esos conflictos y, curiosamente, ahora lo que estamos viendo es que la crisis que nos parecía más importante entre Israel y Palestina se ha convertido en una pieza secundaria. Hay una guerra civil en Libia y en Yemen, no se ha terminado la guerra en Iraq, tampoco en Siria; atentados yihadistas en Egipto y en Jordania... Estamos viendo una multiplicidad de conflictos simultáneos que tienen algunas cosas en común, pero que después hay que interpretarlos uno por uno para entenderlos. 

Y bajando a suelo nacional, ¿diría usted que la economía española, sus empresas, servicios y productos cotizan al alza actualmente?

La economía española está mostrando, y solo hay que ver el comportamiento de las exportaciones, una capacidad regenerativa que deriva de un gran esfuerzo de toda la sociedad para recuperar la competitividad. Más allá de los tópicos del ladrillo o del turismo, una buena parte de nuestro tejido productivo ha sabido hacer los deberes y hay que ponerlo en valor. Dicho esto, nos falla una política más proactiva y decidida en I+D+i y, desde luego, resolver uno de nuestros grandes déficits que es el sistema educativo.

Usted que también fue ministro con Aznar, ¿cómo se siente ante la cantidad de personas de ese Gobierno que han sido imputadas por corrupción, el último Zaplana?

No lo puedo valorar positivamente y me afecta en lo personal porque, con muchas de esas personas, estuve trabajando y compartimos muchas cosas. La siento con dolor de corazón pero, al mismo tiempo, desde la condición de que no se lucha lo suficientemente contra ella. La corrupción s absolutamente corrosiva, tóxica para el prestigio de las instituciones y todo lo que se haga no es que me parezca poco pero hay que ser muy taxativos y rotundos.

¿Cómo valora el escenario político y económico con Pedro Sánchez?

Desde el punto de vista económico, las restricciones impuestas por nuestra pertenencia al euro ayudan a que no se puedan hacer cosas imposibles y, por lo tanto, y lo mejor que nos puede pasar, es que no se estropeen los avances del PP y que dejemos que el tejido productivo y las empresas sigan haciendo lo que tienen que hacer y que no se les ponga más obstáculos de los estrictamente necesarios. Otra cosa, es lo político, y va a depender de la capacidad del nuevo Gobierno de alargar la legislatura más allá de su pretensión de llegar hasta el final. Pienso que lo más probable es que Sánchez aguante hasta las elecciones municipales, autonómicas y europeas del año que viene, no va a poder desarrollar iniciativas por su precaria situación representativa parlamentaria y, en función de los resultados, veremos si tenemos generales en otoño de 2019 o bien a principios de 2020, y ahí va a tener también mucho que ver como van algunos temas como el de Cataluña.

¿Cuáles son los límites que debería abordar el Ejecutivo con Cataluña?

Lo más importante es transmitir que hay determinados límites que en ningún momento se pueden sobrepasar como que la Soberanía reside en el conjunto del pueblo español y, por lo tanto, en las Cortes. No puede compartimentarse y no es admisible ese pretendido derecho a decidir que implica que el resto de los españoles nada tienen que decir respecto al futuro de la nación y, en ningún caso, se puede permitir saltarse el principio de legalidad. Cuando días atrás veía a los dirigentes separatistas exigiendo al Rey que pidiera perdón por un discurso pasado creo que lo primero que hay que exigirles a ellos es que pidan perdón, que se arrepientan y que se comprometan a no saltarse nunca la Constitución.

¿Hay alguna solución para arreglar el problema catalán y evitar efectos colaterales en otras comunidades como el País Vasco?

Lo que tenemos que hacer entre todos es que esa parte de la población catalana que no es dominante, pero que es muy importante en número, se vaya convenciendo de que el mejor camino a seguir es integrados en España y Europa. Al mismo tiempo, no hay que olvidar que existe una mayoría de ciudadanos que, a pesar de la enorme presión social y mediática que hay allí, siguen queriendo ser españoles y necesitan todo nuestro arrope y solidaridad. No debemos obviar que hay una enorme pluralidad y una mayoría que quieren seguir perteneciendo a España.

¿Estaría de acuerdo con un acercamiento de los políticos presos a Cataluña y con concesiones a los independentistas para rebajar tensión?

Yo no haría ninguna concesión por ahora a los independentistas sabiendo que nunca se van a contentar y no van a renunciar a sus ideales. Lo que tenemos que conseguir es que ese sentimiento sea cada vez más minoritario y yo sería muy cuidadoso con muchas de las cosas que se pueden hacer. En el tema de los presos hay que recordar que están acusados de delitos muy graves y en función del avance de los procesos judiciales se pueden tomar decisiones que pueden ser reversibles. 

¿Se dejaría usted tentar de nuevo por la vida política activa en el PP o Cs?

Ni yo he dejado la política ni ella me ha dejado a mí. Es un interés que uno adquiere desde pequeñito, es como un virus que se te inocula y no hay antídoto, pero sí que, en cambio, he abandonado para siempre la vocación de volver a la actividad pública y, por lo tanto, creo que también se puede intervenir en el debate desde la sociedad civil o a través de publicaciones como esta última publicación que es muy importante y, además, puede influir mucho en la idea de expansión de España.