Marta y sus dos amigos vinieron desde Burgos para conocer Ávila y ver sus principales monumentos, como la Catedral, los Cuatro Postes y el convento de La Santa. Decidieron por no hacer noche pero comieron en un restaurante de la capital, probaron las tapas abulenses y disfrutaron de un café en una de las concurridas y soleadas terrazas de la ciudad. Elena y Jaime pasarán dos días en Ávila con sus dos hijos, en este caso alojados en un céntrico hotel y atraídos por la fama de sus procesiones, convencidos por la declaración de Interés Turístico Internacional. Son dos de los ejemplos de los cientos que pueden encontrarse estos días en Ávila, una ciudad que en este Jueves Santo se abrió al turismo en lo que de momento están siendo unas fiestas con una elevada afluencia de visitantes.

De hecho, bastó con darse un paseo por el centro de la ciudad para darse cuenta de que había movimiento. Dificultad para aparcar, colas en la oficina de turismo de la Casa de las Carnicerías y en uno de los accesos a la Muralla, parejas con la cámara o el móvil a punto para inmortalizar cualquier rincón, familias paradas consultando el plano...   

Los hoteles también tenían ajetreo. Algunos de ellos ya rozaban el 100% de ocupación la semana pasada y otros lo han logrado con las reservas de última hora, pero la mayoría si no están llenos (sobre todo jueves y viernes), están cerca de colgar el cartel de completo, con el turismo nacional como gran protagonista. En muchos establecimientos coincidían en que la situación está «mejor» que en años anteriores, sobre todo por la antelación de las reservas, aunque desde alguno se reconocía que, «aunque no nos acordemos de un año para otro, siempre está más o menos igual».

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