En apenas dos semanas, se han sucedido dos crisis migratorias seguidas en el Mediterráneo. Primero fue el Aquarius, con 629 sin papeles a la deriva, los que finalmente fueron recibidos en España, y ahora es el Lifeline, cuyos 230 migrantes serán desembarcados en Malta tras días de incertidumbre y distribuidos entre varios países dispuestos a acogerlos, según fuentes gubernamentales del país isleño citadas por los medios locales. 

Hasta el momento, tres países confirmaron su disposición a aceptar a parte de los rescatados                    -Italia, Francia y Portugal-, mientras que otros tres -Alemania, Holanda y España- estarían «evaluando» esta opción. 

En los últimos días, las autoridades de Italia y Malta criticaron a la embarcación por desoír el pasado 21 de junio en el salvamento de dos centenares de personas las indicaciones de la Guardia Costera de Italia, que pidió a esta ONG alemana que no interviniera porque se encargarían los guardacostas libios.

Además, el ministro de Infraestructuras y Transportes de Italia, Danilo Toninelli, subrayó recientemente que el Lifeline lleva bandera holandesa sin tener permiso del Gobierno de ese país.

Por eso, La Valeta está valorando si abrir una investigación para esclarecer estas cuestiones, una vez  que el barco entre en puerto maltés y desembarque a los inmigrantes.

El fundador de Lifeline, Axel Steier, indicó que la ONG estará «más que contenta» si es recibida por la isla, aunque matizó que de momento no tiene «confirmación» por parte de su Gobierno.

Además, valoró que «una vez que estas personas estén en tierra», se inicie una investigación para esclarecer «qué Estado fue responsable por incumplir las directrices de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sobre personas socorridas en el mar».