Uno de los principales objetivos de la planetología es determinar la procedencia de los meteoritos que llegan a la Tierra pero de muy pocos se sabe con certeza su origen. Ahora, un equipo internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto una posible conexión entre el asteroide 21 Lutetia y una clase de meteoritos del grupo de las condritas carbonáceas -entre ellas Pecora Escarpment 91467 (PCA 91467)- encontradas en nuestro planeta. El trabajo se publica en la revista Meteoritics & Planetary Science.
Hace unos años se enviaron desde el Johnson Space Center de la NASA para su estudio unas delgadas láminas de PCA 91467 al Instituto de Ciencias del Espacio de Barcelona, único centro de investigación español que es repositorio de meteoritos antárticos de la NASA. El meteorito, con una masa de apenas 47 gramos, fue encontrado en 1991 en la Antártida y es, según los expertos, el mejor preservado de ese grupo de condritas carbonáceas, anómalo por su alto contenido en metal.
“En la Antártida encontramos meteoritos no diferenciados, un legado fósil de la creación de los planetesimales -los objetos primarios que formaron los planetas como los conocemos en la actualidad-. A diferencia de lo que ocurre en otras regiones, en la
Antártida se pueden recuperar meteoritos de pocos gramos y escasos centímetros que
pueden proceder de asteroides o cometas no muestreados en las colecciones de
meteoritos de todo el mundo”, apunta Josep Maria Trigo, investigador del CSIC y del
Institut d’Estudis Espacials de Catalunya en el Instituto de Ciencias del Espacio.
Las láminas han sido analizadas y, dado su grado de preservación, una de ellas ha
permitido profundizar en sus propiedades reflectivas mediante espectrómetros de alta
resolución. Como explica Carles E. Moyano, también investigador del CSIC y del Institut
d’Estudis Espacials de Catalunya en el Instituto de Ciencias del Espacio, “la importancia
de este estudio radica en que la composición del meteorito PCA 91467 nos habla de la
compleja historia formativa y colisional de su asteroide progenitor”.
PCA 91467 posee minerales formados en condiciones altamente reductoras. Otros
minerales son característicos de alteración acuosa, mezclados con altas cantidades de
granos metálicos de hierro y níquel, que son minoritarios en la mayoría de las
condritas carbonáceas. Estos rasgos, junto con su densidad media, apuntan, según el
estudio, a 21 Lutetia como uno de los candidatos a asteroide progenitor. “Comprobar
la complejidad de su historia evolutiva y tener un ejemplo así entre las manos ha sido
especialmente motivador”, añade Moyano.
El asteroide 21 Lutetia
En un estudio previo publicado en 2014, los investigadores del CSIC recopilaron las
propiedades de varias decenas de condritas carbonáceas, entre ellas PCA 91467. Los
expertos comprobaron que esta condrita tenía un importante potencial para explicar
las propiedades de asteroides carbonáceos procesados por colisiones. Las propiedades
reflectivas del meteorito desde el ultravioleta hasta el infrarrojo lo hacían único y
cuando los científicos las compararon con los espectros que la sonda Rosetta de la
Agencia Europea del Espacio obtuvo de diversas regiones del asteroide 21 Lutetia
evidenciaron ciertas afinidades, que han llevado a desarrollar este estudio.
“La sonda Rosetta constató una enorme heterogeneidad composicional de 21 Lutetia
inducida por grandes impactos que han ido procesando los materiales de su superficie.
La condrita carbonácea PCA 91467 ejemplifica que la superficie de su asteroide
progenitor fue esculpida con grandes impactos que han pulverizado y mezclado parte
de sus componentes con las de otros proyectiles”, señala Trigo.